En "La suerte está echada", Jean-Paul Sartre teje una exploración profunda sobre la muerte y el desapego existencial a través de los personajes de Pierre y Eve, quienes fallecen simultáneamente y se encuentran en un plano etéreo más allá de la vida terrenal. En este estado de posvida, se convierten en observadores impotentes de los eventos y emociones del mundo de los vivos, enfrentándose a la ironía de saber todo y no poder influir en nada.
Pierre, un obrero y conspirador, descubre post mortem que fue traicionado y asesinado, y que sus compañeros pronto serán capturados. Por otro lado, Eve se enfrenta al horror de saber que su esposo la asesinó por codicia, planeando además seducir a su hermana. Ambos personajes, ahora reducidos a la condición de espectros, se ven obligados a contemplar la futilidad de las preocupaciones humanas y la inevitabilidad de la muerte, mientras que los vivos, inconscientes de su destino final, siguen consumidos por pasiones efímeras y conflictos triviales.
La obra de Sartre no solo pone en escena el dilema del conocimiento absoluto frente a la incapacidad de actuar, sino que también reflexiona sobre la condición humana, atrapada entre la pasión por la vida y la certeza del olvido. Los personajes vivos, con sus amores, odios y aspiraciones, contrastan dramáticamente con la resignación cínica de Pierre y Eve, quienes, desde su perspectiva postmortem, ven la vida humana como un ciclo de esfuerzos vanos.
La narrativa de Sartre se entrelaza con temas filosóficos que exploran la impotencia, el cinismo y la omnisciencia, cuestionando el valor de la conciencia en un mundo donde todas las acciones parecen predestinadas al fracaso debido a la muerte. "La suerte está echada" es un examen sombrío pero penetrante de la existencia, que invita a reflexionar sobre la mortalidad, el significado de la vida y el aislamiento inevitable que acompaña al conocimiento absoluto.
En este sentido, la obra dialoga con "Los Inmortales" de Jorge Luis Borges y la teoría de la sociedad del riesgo de Ulrich Beck, ambas concepciones que también abordan la paradoja de la inmortalidad y el conocimiento exhaustivo. Sartre, a través de esta ficción filosófica, presenta un escenario donde, a pesar de alcanzar la comprensión total de la existencia, los personajes y, por extensión, la humanidad, enfrentan la ironía de no poder alterar su destino final, subrayando así la ineludible trivialidad de la suerte que está definitivamente echada.