En "Un joven del 36", Santiago Carrillo despliega un relato novelado que se sumerge en la compleja vida de Sergio Landa, un personaje ficticio cuya existencia se inspira en dos jóvenes reales que el autor conoció durante los tumultuosos años de 1929 a 1942. A través del recurso literario del "manuscrito encontrado", Carrillo no solo narra la vida de Landa sino que también ofrece una ventana a la época que abarca desde la agonía de la Segunda República española hasta los primeros años de la Segunda Guerra Mundial, enfocándose principalmente en la vida de la colonia comunista española en la Unión Soviética.
El libro explora con detalle los giros de la política exterior soviética, el estalinismo y el espionaje, junto con la disciplina de partido. Además, se adentra en las discrepancias ideológicas entre libertarios y marxistas, el trotskismo, el ascenso del fascismo y el rol de las democracias burguesas durante ese periodo. Carrillo, con una prosa que oscila entre la narración y las memorias, busca transmitir cómo pensaban y actuaban los jóvenes izquierdistas de la época, mostrando un idealismo que él describe como ingenuo, desinteresado y hasta heroico.
Si bien el libro pretende ser una recreación de la vida y las ideas de estos jóvenes, la perspectiva puede parecer parcial, influenciada por la visión de Carrillo como un veterano político que mira atrás con cierto desengaño. Esto, a su vez, afecta la profundidad con la que se podrían explorar los temas, llevando a que el relato no alcance una exploración más allá de lo ya conocido por los historiadores y estudiosos del período.
En definitiva, "Un joven del 36" es tanto un esfuerzo de memoria histórica como una reflexión sobre la juventud y el idealismo en tiempos de crisis y cambio. Aunque puede no satisfacer a aquellos que buscan un análisis exhaustivo o novedoso de la era, ofrece un retrato personal y político de una generación marcada por grandes esperanzas y profundas desilusiones.