En la obra "La Loca" de Cristina Fallarás, nos sumergimos en una revisión crítica y femenina de la vida de Juana de Castilla, históricamente conocida como Juana la Loca. A través de un meticuloso diálogo entre la actualidad y el siglo XVI, Fallarás desentierra la verdad detrás de la figura de una reina que fue silenciada y encerrada, no por locura, sino por las maquinaciones de un patriarcado que buscaba despojarla de poder.
La novela se abre con un dato estremecedor: Juana fue confinada en una habitación en Tordesillas durante 46 años, un periodo durante el cual el mundo exterior vivió transformaciones profundas como la Reforma protestante y el nacimiento del pensamiento político moderno. Fallarás utiliza estos contrastes para subrayar la injusticia de su encierro, recordándonos que mientras el mundo avanzaba, Juana permanecía estática, olvidada y marginada.
Cristina Fallarás construye su narrativa sobre la base de que Juana no estaba loca; era una mujer competente y totalmente capaz, cuya historia ha sido malinterpretada y manipulada. Este enfoque no solo busca rehabilitar la imagen de Juana sino también criticar las estructuras sociales y políticas que permitieron y perpetuaron su situación. La autora se apoya en un estilo narrativo que mezcla hechos históricos con una prosa emotiva y reflexiva, creando un relato que es tanto un homenaje a Juana como un comentario sobre la misoginia sistémica.
"La Loca" no es solo la historia de Juana, sino un espejo de las experiencias de muchas mujeres a lo largo de la historia que han sido silenciadas o cuyas realidades han sido distorsionadas por narrativas dominantes. Fallarás, con una pluma llena de urgencia y belleza, invita a los lectores a cuestionar las versiones oficiales de la historia y a reconocer la resistencia femenina en el rostro de la opresión.
La crítica ha recibido la obra con elogios, destacando su narrativa provocadora y su relevante relectura histórica desde una perspectiva feminista. "La Loca" de Cristina Fallarás es un llamado a revisar nuestras percepciones y a entender la historia no solo como un registro de hechos, sino como un campo de batalla en el que se negocian la memoria y el poder.