En "El negociado del yin y el yang", Eduardo Mendoza nos sumerge en la vida de Rufo Batalla, un hombre que, a pesar de su nombre, prefiere la tranquilidad a las aventuras. Esta novela, la segunda entrega de la trilogía iniciada con "El rey recibe", nos lleva a través del complejo panorama sociopolítico del siglo XX y las consecuencias de estas dinámicas en el siglo XXI. Rufo, quien ya nos fue presentado como protagonista en la primera parte, continúa su peculiar relación con el príncipe Tuukulo, un exiliado cuya tierra natal fue absorbida por la URSS.
La trama se intensifica cuando Tuukulo envía a Rufo a Oriente para negociar en su nombre con Tuam Patam, líder de Ju Ju Island, un paraíso fiscal clave en los movimientos financieros de la nueva democracia española. A cambio de sus esfuerzos, Rufo recibirá una suma importante, que será legalizada a través de su banco. Sin embargo, el protagonista apenas es consciente de su misión, descubriendo los detalles solo conforme se desarrollan los eventos, una estrategia sugerida por el príncipe que Rufo acepta pasivamente.
Desplazado en Nueva York durante los años 70, la muerte de su padre lo lleva brevemente de vuelta a España, donde la asfixia de una dictadura aún palpable lo impulsa a volver a Estados Unidos. Con el fin del régimen de Franco en 1975, Rufo considera regresar a Barcelona, pero posterga este retorno al aceptar la misión de Tuukulo. Viaja a Tokio, luego a Bangkok y finalmente a Ju Ju Island, enfrentándose a una serie de peripecias que incluyen su captura por piratas que lo confunden con el príncipe.
Eventualmente regresa a Barcelona, desilusionado por un país que no ha avanzado tanto como esperaba. A pesar de los desafíos, logra establecerse con la recompensa obtenida y una inesperada sorpresa que deja a los lectores esperando la conclusión de la trilogía. Mendoza, utilizando el dualismo del yin y el yang, explora la búsqueda de equilibrio de Rufo entre sus raíces y el cambio, entre la estabilidad y la acción. Las mujeres en su vida, particularmente su hermana Anamari y su madre, desempeñan roles cruciales en este proceso, empujándolo hacia un destino que él mismo no se atreve a elegir.
Con "El negociado del yin y el yang", Mendoza no solo continúa la saga de Rufo Batalla, sino que reflexiona sobre cómo los individuos pueden encontrar su propio equilibrio en un mundo en constante cambio, un tema atemporal presentado con la maestría literaria característica del autor.