Sólo un pie descalzo, de Ana María Matute, es una obra que se entrelaza delicadamente entre los géneros de cuento y novela, explorando las profundidades de la imaginación infantil y la melancolía de la madurez perdida. Esta publicación de Ediciones Destino, embellecida con las ilustraciones de Albert Asensio, invita al lector a redescubrir la magia que a menudo dejamos atrás en la infancia. En sus 272 páginas, Matute nos regala la historia de Gabriela, una niña que frecuentemente pierde uno de sus zapatos, desencadenando el enojo de los adultos y su propia tristeza.
El relato se torna mágico cuando Gabriela descubre que cada vez que pierde un zapato, se abre ante ella una puerta secreta que solo puede ser cruzada por aquellos que viven la asimetría de tener un solo pie calzado. Esta puerta es el umbral a un universo donde lo imposible se vuelve cotidiano, un lugar que sólo puede ser comparado con las fantasías de un Alicia en el país de las maravillas moderno. Ana María Matute, con su maestría literaria, teje una narrativa que es tanto un cuento de hadas moderno como una profunda reflexión sobre la alienación y la búsqueda de identidad.
La autora, perteneciente a la generación de los “niños asombrados” y marcada por la posguerra española, utiliza su obra para pintar un retrato vívido de una sociedad dividida entre la normalidad y lo atípico. Sólo un pie descalzo es un canto a la diferencia, una exaltación de la alteridad y una celebración de la capacidad de asombro que conserva la infancia. Gabriela, con su pie descalzo, simboliza la resistencia a la conformidad y la madurez que a menudo exige la renuncia a la maravilla.
Este libro no solo es una obra para niños que buscan aventuras en páginas cargadas de fantasía, sino también para adultos que, en algún recóndito rincón de su ser, aún guardan al niño de ocho años que alguna vez fueron. Matute, en su genialidad, escribe para esos adultos que han perdido la magia de la vida, al igual que Gabriela pierde su zapato. Es una invitación a mirar el mundo no como lo hacemos diariamente, sino a través de los ojos de alguien que aún se encuentra perplejo y maravillado por lo que ve, quien no solo observa el mundo, sino que lo vive y lo siente profundamente.
En resumen, Sólo un pie descalzo es más que un libro; es una experiencia transformadora que reafirma el poder de la literatura para cruzar las puertas del corazón y la mente, llevando al lector a un lugar donde la realidad se entremezcla con el ensueño, y donde la memoria infantil y la nostalgia de lo que una vez fue se abrazan, creando un lazo místico que solo Ana María Matute podría orquestar.
