Cielos de barro, de Dulce Chacón, es una novela profundamente arraigada en la España rural de la posguerra, un terreno fértil para la exploración de las complejas relaciones de poder entre amos y sirvientes. La trama se despliega en torno a un triple asesinato en un cortijo extremeño, un lugar donde las desigualdades sociales y las antiguas rencillas marcan la vida de sus habitantes.
La historia comienza con el arresto de un joven pastor acusado de los crímenes, cuya única esperanza reside en el relato de su abuelo. A través de su testimonio, se desvela un entramado de sometimiento, pasión y venganza que ha caracterizado la convivencia entre la familia de terratenientes y sus jornaleros durante generaciones. Este anciano, testigo de la brutal historia de su familia, se convierte en una pieza clave para entender no solo el crimen, sino también la herida social y cultural que aún supura en la comunidad.
La peculiaridad de Cielos de barro radica en su narrativa dual. Por un lado, la historia se cuenta desde la perspectiva del abuelo, cuyo relato se entrelaza con el presente de la investigación policial. Por otro, la novela se enriquece con la voz de un alfarero rústico, cuya narración árida y directa proporciona una visión más amplia de las tensiones y las dinámicas sociales del entorno rural extremeño.
Chacón no solo explora la lucha de clases, sino que también profundiza en la complejidad de las relaciones humanas en un entorno marcado por la opresión y la resistencia. La autora logra crear un vívido retrato de una época y un lugar donde la injusticia y la desesperación coexisten con la capacidad humana para el amor y la compasión. A pesar de la complejidad de su estructura y la multitud de personajes, la historia logra capturar la esencia de la vida rural de posguerra, destacando tanto la crueldad como la belleza de sus paisajes y sus gentes.
Cielos de barro es una obra que desafía al lector, no solo por su rica trama y su construcción de personajes, sino también por su estilo narrativo único. Es tanto una reflexión sobre la memoria y la historia como un comentario sobre las persistentes desigualdades en las sociedades rurales. La novela, galardonada con el Premio Azorín, es un testimonio imprescindible de las cicatrices que dejaron la guerra y la posguerra en España, y un homenaje a aquellos que viven y resisten en sus márgenes.