"Áyax", una de las tragedias más antiguas que se conservan de Sófocles, destila un drama intenso y emociones crudas arraigadas en la mitología homérica. La obra se centra en Áyax Telamonio, un formidable guerrero de la Guerra de Troya, quien se ve envuelto en un torbellino de furia y desesperación tras no recibir las armaduras de Aquiles, que son otorgadas en su lugar a Odiseo. Este desaire lo lleva al borde de la locura, un estado que Sófocles utiliza para explorar temas de honor, orgullo y la fragilidad humana.
La tragedia comienza con Áyax, cegado por el dolor y la ira, llevando a cabo una masacre en un rebaño de ovejas, al cual confunde con sus enemigos. Este acto de violencia es desencadenado por la diosa Atenea, quien, aunque interviene para evitar que Áyax asesine a los líderes aqueos, no impide su devastadora equivocación. Al recuperar la cordura, Áyax se encuentra sumido en la vergüenza y el remordimiento, incapaz de soportar la humillación y la percepción de debilidad ante sus compañeros y su familia. En un acto final de desesperación, decide suicidarse, cayendo sobre su propia espada, un gesto que busca restaurar su honor mancillado.
La estructura de la obra es relativamente sencilla y directa, pero está imbuida de una intensidad dramática que captura al lector, transformándolo en un espectador de las profundas agonías del protagonista. Sófocles, utilizando un estilo claro y elegante, teje diálogos vivaces que reflejan la complejidad de las emociones humanas y los dilemas morales, característicos del ideal literario griego de la época.
A través de "Áyax", Sófocles no solo ofrece una visión sobre la caída de un héroe, sino que también invita a la reflexión sobre la naturaleza de la locura y el precio del honor en un mundo regido por dioses caprichosos y mortales falibles. La obra es un testimonio de la tragedia humana, explorando cómo incluso los más grandes pueden caer en desgracia y cómo las acciones impulsivas pueden tener consecuencias devastadoras.