El chirrión de los políticos, publicado en 1923 por Azorín, es una feroz sátira política que captura la decadencia del sistema político español durante la Restauración y su inevitable transición hacia la dictadura de Primo de Rivera. Este incisivo relato se desarrolla en un periodo marcado por el turnismo, las prebendas y los escándalos ficticios, donde liberales y conservadores se alternan en el poder, dejando un rastro de corrupción y desilusión en su camino. A través de un estilo que oscila entre el relato, el ensayo y el reportaje periodístico, Azorín disecciona las instituciones del Estado, desde el Consejo de Ministros hasta el Parlamento, retratando un panorama desolador de una clase política que, a pesar del tiempo transcurrido, parece resonar con la actualidad.
En la obra, Azorín no se limita a criticar a los actores políticos de su tiempo, sino que también refleja, mediante el personaje de Don Pascual, el desencanto de la intelectualidad con aquellos que dicen representar al pueblo. Don Pascual, político retirado y alter ego del autor, ofrece en el prólogo y epílogo una especie de ideario político que contrasta con el caos y la hipocresía que imperan a lo largo del libro. Este personaje encarna la voz de la razón y la integridad, destacando la brecha entre los ideales y la realidad política.
El libro, aunque considerado una obra menor dentro del repertorio de Azorín, ofrece una mirada crítica y humorística a una época que, en muchos aspectos, no difiere tanto del presente. La sátira de Azorín sobre las promesas vacías de los políticos, las maniobras de los ministros y el arte de hacerse los ofendidos, especialmente entre los políticos nacionalistas catalanes, resuena con una vigencia sorprendente. Con una prosa precisa y un sentido del humor poco habitual en su obra, Azorín logra, a través de esta farsa política, una reflexión profunda y descorazonadora sobre los excesos y vicios del ejercicio del poder.
En definitiva, El chirrión de los políticos es un testimonio fascinante de una España que, aunque ha cambiado, sigue enfrentando desafíos similares en su camino hacia el futuro. Esta sátira de Azorín no solo invita a la risa, sino también a la reflexión, recordándonos la importancia de mirar al pasado para entender el presente. Un clásico que, sin duda, merece ser revisitado en tiempos de incertidumbre política.
