"El Síndrome Guastavino", una novela gráfica escrita por Carlos Trillo con ilustraciones de Lucas Varela, nos sumerge en la perturbadora vida de Elvio Guastavino, un hombre solitario y marchito, marcado por el oscuro legado de su padre, un militar torturador argentino. Elvio, a pesar de su apariencia inofensiva, esconde tras su cotidianidad una obsesión que disfraza un episodio horrendo de su pasado.
Residiendo en un hogar desolador junto a su madre, Elvio vive atrapado en un entorno sórdido, alimentando un amor imposible por Luisita, una muñeca que nunca ha podido adquirir. Esta obsesión no es más que el reflejo de la deformación psicológica heredada de su padre, cuyos actos de tortura han impregnado su vida de una maldad que él mismo parece no comprender del todo.
La historia se desarrolla en un estilo narrativo que mezcla el humor negro con una crítica aguda, permitiendo que la sordidez de la trama se maneje de manera única. El tratamiento gráfico de Varela acompaña perfectamente el tono de la historia, capturando la decadencia y la desesperanza que rodean a Elvio, así como la perversión subyacente en su entorno.
Este relato gráfico también explora los principios del fascismo argentino, especialmente a través de la colisión entre las nociones de 'Dios' y 'Patria'. Al hacerlo, Trillo no solo cuenta la historia de un hombre dañado por su herencia y sus circunstancias, sino que también ofrece una reflexión sobre cómo los ideales distorsionados pueden pervertir y destruir vidas.
Publicada originalmente en la revista "Fierro" entre 2007 y 2008, y más tarde en formato de novela gráfica en 2009, "El Síndrome Guastavino" representa un hito en la literatura gráfica argentina. Es una obra que, en palabras de Juan Sasturain, "no resiste un resumen oral; el terrible, patético y desmesurado cuento pelado". Carlos Trillo, a través de esta obra, solidifica su reputación como uno de los narradores gráficos más destacados de su generación, ofreciendo una obra que es tanto una experiencia visual como una profunda crítica social.
