En "Las formas de la exterioridad", José Luis Pardo profundiza en la reflexión filosófica acerca de cómo el pensamiento occidental ha tratado de asimilar y dominar lo Otro, lo diferente y lo externo. A través de una minuciosa exploración de conceptos como tiempo, espacio y naturaleza, Pardo desgrana la manera en que estos elementos han servido históricamente para marcar los límites de la interioridad y la exterioridad.
El libro plantea que la modernidad occidental ha buscado constantemente apropiarse del Otro para superar las barreras que separan el yo del no-yo, lo propio de lo ajeno. Esta apropiación se manifiesta en el deseo de interiorizar y controlar el tiempo —a través del recuerdo y la anticipación— y el espacio —entendido como naturaleza, ciudad y cuerpo—. Kant es citado para ilustrar cómo los conceptos de tiempo y espacio son utilizados para definir y confinar la exterioridad.
Pardo argumenta que esta dinámica de apropiación ha llevado a una cultura que pretende estar libre de exterioridades, una cultura que busca ser completamente autocontenida. Sin embargo, el autor nos muestra que esta tentativa es ilusoria. Al tratar de interiorizar lo exterior, lo que es inherentemente otro y ajeno, se desencadenan procesos que terminan por erosionar las propias fronteras del interior, desdibujando la distinción entre dentro y fuera.
El texto también explora los "poros" a través de los cuales el ser y el pensamiento se escapan irremediablemente hacia el espacio exterior, hacia lo irrecoverable. Estos escapes son vistos no solo como fallas o debilidades, sino como la manifestación de una otredad y extrañeza fundamental que no puede ser completamente subsumida por ningún proceso de interiorización.
Finalmente, "Las formas de la exterioridad" es una invitación a repensar la relación con lo externo, no como algo a ser conquistado o absorbido, sino como una fuente esencial de renovación y diferencia que desafía continuamente las fronteras del pensamiento y del ser. Pardo nos ofrece una visión crítica de cómo la filosofía y la cultura occidentales han gestionado la alteridad y sugiere que el reconocimiento de la exterioridad como algo irrecuperable podría ser el inicio de un nuevo modo de pensar.