En "Crónica de San Gabriel", Julio Ramón Ribeyro nos sumerge en las profundidades de una hacienda peruana, donde la belleza idílica del paisaje contrasta con la perversidad de sus moradores. La historia sigue a Lucho, un adolescente educado en la urbe de Lima, que se ve obligado a trasladarse a San Gabriel por asuntos familiares. Esperando encontrar un hogar o tal vez un tranquilo pueblo, Lucho se topa, en cambio, con un entorno descrito por Jacinto, el pariente marginado y considerado loco, como una "selva" no solo por su densidad natural, sino por la ferocidad de sus leyes no escritas.
La hacienda, dirigida por generaciones de terratenientes, revela rápidamente su naturaleza hostil. Lucho descubre una sociedad donde prevalecen la manipulación y la crueldad, donde "el pez más grande se come al chico" y los débiles son despiadadamente sometidos o eliminados. Atrapado en este cruel microcosmos, Lucho se ve intrigado y repelido por su prima Leticia, quien personifica la maldad y la seducción, exacerbando las tensiones y las pasiones ocultas dentro de la familia.
En medio de intrigas familiares, amores prohibidos y conflictos latentes, un terremoto sacude literal y metafóricamente los cimientos de la hacienda. Este desastre natural actúa como un catalizador, exponiendo las grietas tanto físicas como morales de la comunidad. La catástrofe ofrece a Lucho una nueva perspectiva, obligándolo a reconsiderar no solo su lugar en San Gabriel, sino también sus propios valores y aspiraciones.
"Crónica de San Gabriel" no es solo una crítica a las estructuras arcaicas de poder en las sociedades rurales peruanas, sino también una exploración de la condición humana cuando se enfrenta a la corrupción inherente al aislamiento y el poder. Ribeyro, con su prosa precisa y evocadora, nos invita a reflexionar sobre la naturaleza del mal y la posibilidad de redención, haciendo de esta obra un espejo inquietante y fascinante de las facetas más oscuras del alma humana.