Jean-Baptiste Poquelin, más conocido por su seudónimo Molière, nació el 15 de enero de 1622 en París, Francia. Hijo de Jean Poquelin, un próspero tapicero del rey, y Marie Cressé, quien falleció cuando Jean-Baptiste tenía solo diez años. Esta temprana pérdida marcó profundamente su infancia y juventud, que transcurrió en un entorno de acomodada burguesía parisina.
Desde joven, Molière mostró un marcado interés por el teatro, una pasión que no decayó ni siquiera durante sus estudios de derecho en Orleáns. Tras obtener su título en 1642, y en lugar de seguir la profesión legal o el oficio de su padre, decidió dedicarse por completo a la vida teatral. En 1643, fundó la compañía teatral L'Illustre Théâtre con Madeleine Béjart, una actriz con la que mantuvo una profunda relación tanto profesional como personal.
Los primeros años fueron difíciles, con problemas económicos constantes que incluso llevaron a Molière a la cárcel por deudas. Sin embargo, perseveró y en 1658, protegido por el hermano del rey, logró presentar su compañía ante Luis XIV. Este encuentro fue crucial y marcó el inicio de su ascenso como dramaturgo. Molière comenzó a escribir algunas de sus obras más emblemáticas, como "Las Preciosas Ridículas" (1659), que le ganó el favor del público y del propio monarca.
En 1662, Molière se casó con Armande Béjart, quien era significativamente más joven que él y cuya relación fue motivo de controversia y chismes sobre su verdadera relación con Madeleine Béjart. Molière continuó escribiendo y produciendo obras que no solo entretenían sino que también criticaban a la sociedad de su tiempo. Entre sus trabajos más destacados se encuentran "Tartufo" (1664), "El Misántropo" (1666), "El Avaro" (1668) y "El Enfermo Imaginario" (1673).
Sus obras a menudo satirizaban las hipocresías de la sociedad y la estupidez humana, lo que le ganó admiradores y detractores por igual. Molière utilizó la comedia para criticar las costumbres de su tiempo, influenciado por su creencia en el deísmo y su escepticismo hacia las instituciones religiosas y sociales. Su estilo y enfoque innovador lo convirtieron en uno de los dramaturgos más importantes del teatro francés y universal.
Molière falleció el 17 de febrero de 1673, justo después de colapsar en el escenario mientras actuaba en "El Enfermo Imaginario". A pesar de las controversias sobre su moral y religión, fue enterrado en el Cementerio del Père-Lachaise en París, gracias a una dispensa real que permitió una sepultura en terreno sagrado, aunque de forma discreta y nocturna. Su legado perdura hasta hoy, siendo una figura esencial en la literatura y el teatro mundial.
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