Louis-Charles-Alfred de Musset nació el 11 de diciembre de 1810 en París, en el seno de una familia aristocrática durante el Primer Imperio francés. Su padre, Victor-Donatien de Musset-Pathay, fue una figura influencial en su vida, proporcionándole una educación de calidad que le permitió desarrollar un temprano interés por las letras y las artes.
De Musset inició su educación formal en el prestigioso Lycée Henri IV de París, donde destacó por su habilidad en la disertación literaria, obteniendo el premio en esta categoría en el año 1827. Durante sus años formativos, Alfred se vio influenciado por el ambiente literario de la época, frecuentando el Cenáculo y el salón de Charles Nodier, lo que marcó el comienzo de su carrera literaria y su adopción de la estética romántica.
Tras explorar campos tan diversos como la medicina, el derecho y las artes, De Musset se decantó finalmente por la literatura, una elección que le llevó a publicar obras que pronto le ganaron notoriedad en el París romántico. Su vida personal también fue objeto de atención, particularmente su apasionado y tumultuoso romance con la famosa novelista George Sand entre 1833 y 1835, que influyó notablemente en su obra.
En el ámbito profesional, De Musset desempeñó roles como bibliotecario en diversos ministerios, y sus contribuciones literarias le valieron reconocimientos como la Legión de Honor en 1845, y su elección como miembro de la Academia Francesa en 1852. A pesar de su éxito, luchó contra la depresión y otros problemas de salud, exacerbados por su infección de sífilis, que finalmente causó su muerte el 2 de mayo de 1857 en París.
Su obra abarca una amplia gama de géneros, incluyendo poesía, drama y novela. Entre sus trabajos más destacados se encuentran "Rolla" y "Las noches", que exploran temas de desesperación y búsqueda de sentido. Su novela semi-autobiográfica "La confesión de un hijo del siglo" es quizás una de sus obras más personales, reflejando sus propias luchas y su relación con Sand. Además, varias de sus obras teatrales, como "Lorenzaccio" y "No se debe jugar con el amor", son consideradas clásicos del teatro francés del siglo XIX.
Los aportes de Alfred de Musset al romanticismo francés y a la literatura en general continúan siendo celebrados por su profundidad emocional y su estilo lírico, manteniendo su legado vivo más de un siglo después de su muerte.
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