Isaac Asimov, nacido el 2 de enero de 1920 en Petrovichi, Rusia, es uno de los escritores más emblemáticos de la ciencia ficción y la divulgación científica. Emigró a los Estados Unidos en 1923, donde su familia se estableció en Brooklyn, Nueva York. Desde muy joven, Asimov demostró un talento excepcional para la lectura y la escritura, publicando su primer cuento a la edad de 19 años.
Asimov se educó en la Universidad de Columbia, donde inicialmente intentó estudiar medicina, pero finalmente se graduó en química. Durante la Segunda Guerra Mundial, trabajó como civil en la Armada de los Estados Unidos, lo que le proporcionó experiencias que más tarde influirían en su escritura. Posteriormente, obtuvo un doctorado en bioquímica y se unió a la facultad de la Universidad de Boston, aunque dedicó la mayor parte de su tiempo a la escritura.
La obra de Asimov es vasta y variada, abarcando no solo ciencia ficción, sino también libros de misterio, historia y ciencia. Es mundialmente reconocido por sus obras sobre robots, incluyendo la famosa serie de libros que contiene las "Tres Leyes de la Robótica", y por sus extensos ciclos narrativos, especialmente la "Serie de la Fundación", que plantea el uso de la psicohistoria, una forma ficticia de matemáticas que predice el futuro de grandes poblaciones.
Asimov fue un autor prolífico, con más de 500 libros publicados y una vasta cantidad de cuentos, ensayos y críticas. Entre sus obras más destacadas se encuentran "Yo, Robot", "La Fundación" y "El Fin de la Eternidad". Su estilo se caracteriza por la claridad de su escritura y por su capacidad para explicar temas complejos de manera accesible, lo que lo convirtió en un gran divulgador de la ciencia.
Además de su prolífica carrera literaria, Asimov también fue un reconocido humanista y un defensor de la educación científica, postura que mantuvo a lo largo de toda su vida. Fue presidente de la Asociación Humanista Estadounidense y un crítico vocal de la superstición y la pseudociencia.
Isaac Asimov falleció el 6 de abril de 1992 en Nueva York, a causa de complicaciones derivadas de una infección por VIH, contraída durante una transfusión de sangre en una operación. A pesar de su muerte, su legado continúa vivo, influenciando no solo a escritores de ciencia ficción, sino también a científicos y pensadores alrededor del mundo.
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