"Dos cuentos para Manolillo" es un emotivo volumen que recoge dos relatos cortos escritos por el célebre poeta español Miguel Hernández desde la sombría estancia de una cárcel durante la Guerra Civil Española. Estos cuentos, "El potro obscuro" y "El conejito", fueron creados como un regalo personal y profundo para su hijo Manuel Miguel, y representan un legado de amor paternal tejido con palabras e ilustraciones hechas a mano por el mismo Hernández.
En "El potro obscuro", el lector se sumerge en un viaje nocturno lleno de ternura y poesía. El potro, una figura mítica y protectora, recoge a los niños y los lleva hacia la "gran ciudad del sueño", un lugar donde la imaginación y la tranquilidad reinan. Este cuento, con su repetición rítmica y su cadencia suave, es una invitación a cerrar los ojos y dejarse llevar por los paisajes oníricos que Hernández pinta con sus palabras.
Por otro lado, "El conejito" ofrece una aventura con tintes de enseñanza y cautela. Aquí, un joven conejo impetuoso se aventura más allá de los límites seguros de su hogar y se enfrenta a desafíos que ponen a prueba su ingenio y valentía. A través de las peripecias del conejito, Hernández explora temas como la curiosidad, la imprudencia y el alivio reconfortante del regreso al hogar materno. Este cuento, con su narrativa vibrante y sus momentáneos peligros, captura la esencia de las fábulas clásicas que educan mientras entretienen.
La edición facsímil de estos cuentos, presentada por la editorial Nórdica en el 75 aniversario de la muerte de Hernández, rescata no solo los textos, sino también las circunstancias emocionales y físicas en las que fueron creados. Las ilustraciones originales, acompañadas de manchas que son testimonio de las lágrimas del mismo Manuel Miguel, añaden una capa de profundidad y autenticidad a esta obra, convirtiéndola en un testimonio conmovedor del amor de un padre en tiempos de adversidad.
"Dos cuentos para Manolillo" no es solo una lectura para niños, sino una obra de arte literario y visual que habla universalmente sobre el poder consolador y redentor de la narrativa, incluso en los momentos más oscuros. Miguel Hernández, a través de estas páginas, ofrece un abrazo eterno a su hijo y a todos los lectores que encuentren consuelo y belleza en sus palabras.