El "Tratado de la pintura" de Leonardo da Vinci, aunque no escrito directamente por él, es una compilación fundamental, extraída póstumamente de sus manuscritos por un compilador anónimo alrededor de 1550. Aunque Leonardo tenía la intención de crear una obra teórica exhaustiva sobre la pintura, este tratado no cumple completamente ese objetivo, sino que sirve como una colección representativa de sus pensamientos y técnicas. La versión más completa que se conserva es la del Códice Urbinate 1270 de la Biblioteca Vaticana, que consta de 944 epígrafes organizados de manera algo mecánica por el compilador.
Publicado por primera vez en 1651 en París, el tratado inicia con un debate sobre la superioridad de la pintura frente a otras artes, argumentando que, a diferencia de la poesía o la música, la pintura captura la realidad de manera tangible y perdurable. Leonardo defiende la pintura como un arte superior, capaz de encapsular todas las formas visibles en una sola superficie plana, utilizando técnicas como el relieve y la perspectiva para superar las limitaciones físicas del medio.
Leonardo también discute la relación entre la pintura y la ciencia, tratando el arte como un conocimiento basado en la experiencia y la observación empírica. A través del tratado, se enfatiza la importancia de la imitación de la naturaleza, no solo como una reproducción literal, sino como un proceso creativo que involucra la "fantasía" y la interpretación personal del artista. Este enfoque destaca el papel de la espiritualidad en el arte, sugiriendo que el acto de pintar eleva al artista a un estado casi divino.
En cuanto a la técnica, Leonardo pone mayor énfasis en el uso de la luz y la sombra (claroscuro) que en el color, buscando crear formas que parezcan tridimensionales a través de contrastes sutiles y transiciones graduales de tono. Además, el tratado aborda la importancia del movimiento y la expresión psicológica, fundamentales para infundir vida a las representaciones artísticas. La obra no solo presenta principios artísticos, sino también preceptos de vida, instando al pintor a perseguir un conocimiento universal y a evaluar críticamente su propio trabajo.
En conjunto, el "Tratado de la pintura" de Leonardo da Vinci, a pesar de su naturaleza fragmentaria y compilatoria, ofrece una visión profunda y multidimensional sobre la teoría y práctica de la pintura, reflejando la mente de uno de los artistas más revolucionarios de la historia. Esta obra no solo es un manual técnico para artistas, sino también un profundo tratado filosófico sobre la naturaleza del arte y la percepción humana.