Gerardo Diego Cendoya nació el 3 de octubre de 1896 en Santander, España, en el seno de una familia acomodada y religiosa. Su padre, Manuel Diego Barquín, y su madre, Ángela Cendoya Uría, eran propietarios de un comercio de tejidos. Desde temprana edad, Gerardo mostró un interés diversificado por las artes, aprendiendo solfeo, piano y más tarde pintura. Estimulado por su entorno y educadores, pronto se convirtió en un ávido lector y un apasionado de la retórica.
Diego inició su educación superior en la Universidad de Deusto, donde estudió Filosofía y Letras. Sin embargo, viajó a Madrid para completar su último curso y realizar el doctorado. Durante su estancia en la capital, se sumergió en el vibrante ambiente cultural de la época, frecuentando el Ateneo y diversas tertulias literarias y artísticas, lo que le permitió entrar en contacto con importantes figuras del vanguardismo y el ultraísmo.
En 1920, tras obtener un premio literario y publicar su primer libro de versos, "El romancero de la novia", Gerardo Diego consiguió una cátedra de Lengua y Literatura en Soria, iniciando así una larga y distinguida carrera como educador en diversas ciudades españolas. Este periodo también marcó el inicio de su prolífica carrera literaria, durante la cual colaboró con numerosas revistas vanguardistas y estableció importantes conexiones con otros miembros de la Generación del 27, un grupo de poetas que revolucionó la escena literaria española con su enfoque innovador y su revalorización de figuras como Góngora.
La obra de Gerardo Diego es vasta y variada, abarcando tanto la poesía vanguardista como la más tradicional. Entre sus libros destacados se encuentran "Ángeles de Compostela" y "Alondra de verdad", que reflejan su maestría en el uso de formas poéticas clásicas para explorar temas contemporáneos y personales. Su habilidad para entrelazar la tradición y la modernidad es quizás uno de sus mayores logros, permitiéndole ocupar un lugar destacado tanto en la literatura española como en la internacional.
En reconocimiento a su trayectoria y aporte a las letras, Gerardo Diego recibió numerosos homenajes y premios, entre ellos el prestigioso Premio Miguel de Cervantes en 1979, compartido con Jorge Luis Borges, consolidando su estatus como uno de los literatos más importantes del siglo XX.
Gerardo Diego falleció el 8 de julio de 1987 en Madrid. Su legado perdura a través de su extensa obra poética y su influencia sigue siendo palpable en las generaciones de poetas y escritores que le siguieron. Su vida y obra continúan siendo estudiadas y celebradas como ejemplos del poder transformador de la poesía y su capacidad para trascender las fronteras del tiempo y la geografía.
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