Arthur Ignatius Conan Doyle nació el 22 de mayo de 1859 en Edimburgo, Escocia, en el seno de una familia de raíces irlandesas. Su padre, Charles Altamont Doyle, era un artista cronista, mientras que su madre, Mary Foley, era una apasionada lectora cuya narrativa y creatividad influyeron profundamente en el joven Arthur. A pesar de los desafíos económicos y personales, como el alcoholismo de su padre, Doyle recibió una educación jesuita gracias al apoyo financiero de sus tíos acomodados.
Doyle asistió a la Escuela Stonyhurst Saint Mary's Hall y luego al Colegio Stonyhurst. Más tarde, amplió sus estudios en la Universidad de Edimburgo, donde estudió medicina y conoció a Joseph Bell, cuyos métodos de deducción influirían en la creación de Sherlock Holmes. Durante este tiempo, también comenzó a escribir historias cortas, publicando su primera obra, "The Mystery of Sasassa Valley", a los veinte años.
Después de obtener su título en medicina en 1881, Conan Doyle trabajó como médico en diferentes locaciones, incluido un barco ballenero en el Ártico, experiencia que expandió su visión del mundo y enriqueció su escritura. En 1882, estableció su propia práctica médica en Portsmouth. Aunque inicialmente no tuvo éxito, utilizó su tiempo libre para escribir, lo que culminó en la publicación de "Estudio en escarlata" en 1887, introduciendo al icónico detective Sherlock Holmes y su compañero, el Dr. Watson.
El éxito de Sherlock Holmes fue instantáneo y abrumador. Conan Doyle escribió múltiples historias y novelas sobre el detective, incluyendo "El signo de los cuatro" y "El sabueso de los Baskerville". Sin embargo, a pesar del amor del público por Holmes, Doyle intentó enfocarse en otros géneros literarios y personajes, como el Profesor Challenger en "El mundo perdido", pero nunca alcanzó el mismo nivel de éxito que con Holmes.
En su vida personal, Doyle se casó dos veces: primero con Louise Hawkins con quien tuvo dos hijos, y tras su muerte con Jean Elizabeth Leckie, con quien tuvo tres hijos más. A pesar de su formación como católico, Doyle se convirtió en un ferviente defensor del espiritismo tras las muertes de varios seres queridos, incluido su hijo Kingsley. Esta creencia influyó en muchas de sus obras posteriores y en su participación en el movimiento espiritista.
Doyle también fue un activista social y político, utilizando su influencia para abogar por reformas en el sistema de justicia y otros asuntos sociales. Durante la Primera Guerra Mundial, contribuyó a la causa británica a través de su escritura y esfuerzos organizativos, aunque sus posturas a veces generaron controversia.
Arthur Conan Doyle falleció de un ataque al corazón el 7 de julio de 1930 en Crowborough, Inglaterra, donde había vivido los últimos años de su vida. Dejó un legado literario inmenso, aunque es más recordado por su contribución al género detectivesco a través de la figura de Sherlock Holmes. A pesar de su deseo de ser recordado por una obra más diversa, las aventuras del detective de Baker Street siguen siendo amadas por lectores de todas las edades en todo el mundo.
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