Blas de Otero Muñoz nació el 15 de marzo de 1916 en Bilbao, España, en el seno de una familia burguesa que se benefició de los negocios de la neutralidad española durante la Primera Guerra Mundial. Nieto de un capitán de la Marina Mercante y de un reconocido médico, Otero disfrutó de una infancia acomodada hasta que la crisis económica de 1929 devastó el bienestar familiar. Esta situación forzó a la familia a mudarse a Madrid, donde Otero completó su educación básica y comenzó estudios en Derecho para seguir los pasos de su hermano fallecido, aunque su verdadera pasión estaba en las letras.
Desde joven, Otero se sintió atraído por la poesía, influenciado por figuras literarias como los místicos españoles y la literatura cristiana. Su carrera como poeta comenzó a tomar forma en la década de 1940, con la publicación de sus primeros poemas bajo el seudónimo de “el Poeta”. Sin embargo, fue su experiencia en la Guerra Civil Española, donde se alistó como sanitario en los batallones vascos republicanos, lo que profundizó su compromiso con las realidades sociales y políticas de su tiempo, marcando un antes y después en su obra literaria.
Otero es ampliamente conocido por ser uno de los principales representantes de la poesía social en España durante los años cincuenta. Junto a figuras como Gabriel Celaya y Ángela Figuera Aymerich, formó parte del llamado "triunvirato vasco". Su poesía, intensamente lírica y cargada de compromiso social, buscaba resonar con las luchas y aspiraciones del pueblo. Entre sus obras más destacadas se encuentran "Ángel fieramente humano" y "Redoble de conciencia", que reflejan un profundo análisis existencial y social.
La década de 1950 marcó el inicio de su reconocimiento crítico, consolidándose como una voz importante en la poesía española posguerra. "Pido la paz y la palabra" es quizás su obra más emblemática, escrita en un periodo de autoexilio en París y que refleja su desencanto con la represión del régimen franquista y su esperanza en la solidaridad humana. Durante esta época, también se afilió al Partido Comunista de España y su poesía comenzó a incluir un fuerte componente de crítica social y política.
Otero vivió varios años en Cuba y viajó extensamente por la Unión Soviética y China, lo que enriqueció su perspectiva sobre las luchas sociales internacionales y fortaleció su compromiso con los ideales comunistas. A su regreso a España, continuó su labor literaria y política hasta su muerte el 29 de junio de 1979 en Majadahonda, Madrid, a causa de un edema pulmonar.
Blas de Otero dejó un legado poético que no solo critica las injusticias de su tiempo, sino que también explora la condición humana con una profundidad y sensibilidad que sigue resonando hoy en día. Su obra es un testimonio de la lucha por la justicia social y la búsqueda de la paz, temas que trascienden las barreras del tiempo y el espacio, consolidando a Otero como uno de los grandes poetas sociales de la literatura española del siglo XX.
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