Dulce Chacón

Dulce Chacón Gutiérrez nació el 3 de junio de 1954 en Zafra, Badajoz, en el seno de una familia de posiciones conservadoras y con un fuerte legado en la política local, ya que su padre, Antonio Chacón Cuesta, ocupó el cargo de alcalde de Zafra durante la dictadura de Francisco Franco. Su infancia fue marcada por la influencia literaria de su padre, quien además de político, era un apasionado de la poesía, lo que sin duda sembró en Dulce Chacón el amor por la escritura.

La vida de Dulce tomó un giro dramático con la muerte de su padre cuando ella tenía solo once años. Este evento llevó a la familia a trasladarse a Madrid, donde Dulce y su hermana gemela, Inma Chacón, también escritora, continuaron su educación en un internado. Este cambio de entorno no hizo sino profundizar en Dulce la necesidad de expresarse a través de la escritura, iniciando así su camino en la literatura, en gran parte motivado por el deseo de escapar y procesar sus vivencias personales y familiares.

Chacón no publicó su primer libro hasta 1992, cuando su vida ya había pasado por múltiples etapas. Su debut literario, el poemario Querrán ponerle nombre, fue el inicio de una fructífera carrera que pronto se diversificó hacia otros géneros. La poesía continuó siendo un refugio personal y un medio de expresión, como lo demuestran sus obras Las palabras de la piedra (1993) y Contra el desprestigio de la altura (1995), esta última reconocida con el Premio Ciudad de Irún.

Su incursión en la novela comenzó con Algún amor que no mate en 1996, enfocándose en temas de violencia de género y represión, aspectos que continuaría explorando en obras posteriores. Uno de sus mayores logros literarios fue la novela Cielos de barro, que le valió el Premio Azorín en el año 2000. Pero fue con La voz dormida (2002), quizás su obra más emblemática, donde Dulce Chacón alcanzó un reconocimiento masivo. En esta novela, recoge testimonios de mujeres que sufrieron la represión franquista, un tema que le apasionaba en lo personal y profesional, vinculado a su compromiso con la memoria histórica de España.

Además de su obra escrita, Dulce Chacón se destacó por su activismo social, participando en asociaciones contra la violencia de género y la guerra, y mostrando un firme compromiso con las causas de izquierdas, a pesar de su origen familiar conservador. Este compromiso se vio reflejado en su última participación pública importante, leyendo un manifiesto antibélico en la gran manifestación contra la guerra de Irak en Madrid, en marzo de 2003.

La vida de Dulce Chacón fue truncada precozmente cuando falleció el 3 de diciembre de 2003 en Brunete, Madrid, a causa de un cáncer de páncreas, dejando un legado literario y humano de gran significado. Su obra continúa siendo un referente en la literatura española contemporánea y su vida es recordada por su valiente lucha en pro de la justicia y la equidad.

En reconocimiento a su trayectoria y a su lucha, diversos premios literarios llevan hoy su nombre, perpetuando su memoria y su obra. Dulce Chacón no solo dejó una marca en el mundo literario, sino que también se convirtió en un símbolo de resistencia y resiliencia para las generaciones futuras.