Jacint Verdaguer i Santaló nació el 17 de mayo de 1845 en Folgueroles, España. Proveniente de una familia humilde, Verdaguer creció en un entorno donde la escasez económica contrastaba con una rica vida espiritual y cultural fomentada por sus padres, especialmente su madre, quien lo introdujo en la lectura y la religión desde temprana edad.
Desde los diez años, Verdaguer se educó en el Seminario de Vich, donde su formación se centró en humanidades, filosofía y teología. Durante estos años, su pasión por la literatura se fortaleció al explorar obras clásicas y contemporáneas, tanto en catalán como en otros idiomas. Su habilidad poética se manifestó precozmente, y en 1865, aún como estudiante, ganó dos premios en los Juegos Florales de Barcelona, un reconocido certamen literario de la época.
Ordenado sacerdote en 1870, Verdaguer no tardó en combinar su vocación religiosa con su vocación literaria. Tras su ordenación, trabajó en diversas parroquias, pero su salud frágil lo llevó a tomar un puesto menos convencional como capellán en barcos que viajaban entre España y América. Esta experiencia marítima inspiró una de sus obras más celebradas, La Atlántida (1877), que consolidó su reputación como uno de los principales poetas de la Renaixença, el renacimiento cultural catalán del siglo XIX.
Su obra poética es vasta y variada, incluyendo títulos como Idilios y cantos místicos (1879), Canigó (1886), y Patria (1888), que exploran temas que van desde la mitología y la historia hasta la espiritualidad y el paisaje catalán. Verdaguer utilizó su poesía para fomentar un renacimiento de la lengua y la cultura catalanas, convirtiéndose en una figura central del movimiento cultural de su tiempo.
Además de su poesía, Verdaguer también dejó un legado en prosa que incluye relatos de sus viajes y reflexiones sobre la espiritualidad. Sus obras en prosa, como Excursiones y viajes (1887) y Dietario de un peregrino a Tierra Santa (1889), ofrecen una mirada íntima a sus pensamientos y experiencias personales.
A pesar de su éxito, la vida de Verdaguer estuvo marcada por conflictos espirituales y profesionales que eventualmente afectaron su carrera y su salud. En sus últimos años, enfrentó controversias que lo alejaron de muchos de sus patrocinadores y lo llevaron a una vida más retirada. Falleció el 10 de junio de 1902 en Vallvidrera, dejando tras de sí un legado literario que aún perdura.
Jacint Verdaguer no solo es recordado como un gran poeta, sino también como una figura clave en la literatura catalana y en el renacimiento cultural de Cataluña. Su obra sigue siendo estudiada y celebrada, y su influencia perdura en la literatura y la cultura catalanas contemporáneas.
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