Miguel Gila

Miguel Gila Cuesta, nacido el 12 de marzo de 1919 en Madrid, España, fue un destacado humorista, actor, escritor y dibujante de historietas que dejó una huella imborrable en el mundo del entretenimiento español. Criado en el barrio madrileño de Chamberí tras la temprana pérdida de su padre, Gila enfrentó numerosas adversidades desde joven, incluyendo severas dificultades económicas que lo llevaron a abandonar los estudios a la edad de 13 años para trabajar en diversos oficios.

Al estallar la Guerra Civil Española, Gila se unió voluntariamente al Ejército Popular de la República como parte del Quinto Regimiento de Líster. Durante el conflicto, vivió momentos críticos que más tarde relataría con su característico humor; uno de los más significativos fue cuando se salvó de ser ejecutado al fingirse muerto después de que un pelotón de fusilamiento borracho fallara sus disparos. Estas experiencias marcarían el tono de su obra futura, caracterizada por un humor que oscilaba entre lo absurdo y lo trágicamente cómico.

Finalizada la guerra, Gila fue prisionero en varios campos de concentración y cárceles, y más tarde cumplió un servicio militar obligatorio. Durante la posguerra, comenzó a desarrollar su carrera como dibujante y humorista gráfico, colaborando con revistas como La Codorniz y La Exedra. No obstante, fue en la radio y más tarde en los escenarios donde Gila encontró su verdadero llamado. Su éxito llegó en 1951, cuando improvisó un monólogo sobre sus experiencias en la guerra durante una actuación espontánea en el Teatro Fontalba de Madrid, recibiendo una acogida extraordinaria.

En los años 50 y 60, Gila consolidó su carrera en España con numerosas actuaciones en radio, teatro y televisión. Sin embargo, debido a problemas personales y políticos, en 1968 decidió exiliarse a Argentina, donde continuó su carrera y expandió su influencia en América Latina. En Argentina y otros países latinoamericanos, Gila no solo actuó sino que también fundó una compañía de teatro y una revista satírica.

Regresó a España en 1985, continuando con sus actuaciones y colaboraciones en televisión. Durante su carrera, Gila fue famoso por sus monólogos telefónicos, en los que se comunicaba con personajes ficticios en situaciones absurdas, usando su famosa frase "¡Que se ponga!". A pesar de su humor a veces surrealista, Gila evitaba el uso de palabras malsonantes o controvertidas, ganándose el cariño de públicos de todas las edades.

A lo largo de su vida, Gila fue reconocido con numerosos premios y distinciones, incluyendo la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo y el Premio Internacional de Humor Gat Perich. Su obra literaria incluye títulos como "Y entonces nací yo: Memorias para desmemoriados" y "Cuentos para dormir mejor", donde refleja su visión única del mundo a través de su humor mordaz y tierno a la vez.

Miguel Gila falleció el 13 de julio de 2001 en Barcelona, a la edad de 82 años, debido a una enfermedad respiratoria. Su legado continúa vivo, recordado como uno de los grandes humoristas del siglo XX en España, cuyo trabajo trascendió generaciones y fronteras, dejando una marca indeleble en la cultura popular española y latinoamericana.