Vicente Ferrer nació en Valencia en 1350, en una época marcada por la devastadora peste negra. Hijo de Guillermo Ferrer, un notario, y de Constancia Miquel, Vicente se vio inmerso desde muy joven en un entorno de aprendizaje y religiosidad. A los siete años, recibió un beneficio eclesiástico en la iglesia de Santo Tomás, lo que marcó el inicio de su profunda conexión con la iglesia y sus enseñanzas.
En 1367, Vicente ingresó en la Orden dominicana en Valencia, iniciando así su formación en gramática latina y filosofía. Su vida académica lo llevó a Barcelona y Lérida, donde profundizó en filosofía y ciencias naturales, y más tarde a Toulouse para estudiar teología. Durante sus años de formación, escribió tratados filosóficos que reflejaban su meticuloso estudio de Aristóteles y santo Tomás de Aquino, y mostraban su capacidad para dialogar con las corrientes intelectuales de su tiempo.
En 1379, fue elegido prior del convento de Valencia, y pronto se involucró en los complejos debates teológicos del cisma de Occidente, defendiendo la legitimidad del papado aviñonés de Clemente VII. Su compromiso con la resolución del cisma lo llevó a escribir el "Tratado sobre el cisma moderno", defendiendo la posición de Aviñón y tratando de influir en Pedro IV de Aragón.
Renunciando al priorato en 1380, Vicente comenzó una intensa etapa de predicación por toda Valencia y otras regiones, buscando reformar la moralidad y resolver conflictos. Su elocuencia y profundo conocimiento bíblico le ganaron gran respeto y le permitieron influir significativamente en la vida religiosa y social de la época. A partir de 1399, intensificó su labor predicadora como "legatus a latere Christi", recorriendo amplias regiones de Europa y dejando una huella imborrable en la historia de la predicación cristiana.
La labor de Vicente Ferrer no se limitó solo a la predicación; también se involucró activamente en la política de su tiempo, participando en el Compromiso de Caspe en 1412, donde desempeñó un papel crucial en la elección de Fernando de Antequera como rey de Aragón. Este evento no solo marcó un hito en la historia de España sino que también consolidó la influencia de Ferrer en los asuntos temporales de su tiempo.
Vicente Ferrer falleció el 5 de abril de 1419 en Vannes, Bretaña, dejando un legado de fervor religioso, compromiso con la reforma de la Iglesia y la promoción de la paz. Fue canonizado en 1455, y su vida y obra continúan inspirando a generaciones en todo el mundo.
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