A buen fin no hay mal principio, obra de William Shakespeare, es una comedia romántica que explora los intrincados caminos del amor y el poder, ambientada en locaciones exóticas como París, Florencia y el Rosellón. La trama gira en torno a Elena y Beltrán, dos jóvenes cuyas vidas se entrelazan en una búsqueda desesperada por alcanzar sus deseos, utilizando cualquier medio necesario.
Elena, huérfana adoptada por la condesa de Rosellón, ha estado secretamente enamorada de Beltrán, el hijo de la condesa, desde su infancia. Cuando Beltrán es llamado a la corte del rey de Francia para atender al monarca enfermo, Elena ve una oportunidad para acercarse a él. Usando un remedio legado por su padre, un famoso médico, logra curar al rey. Agradecido, el rey le concede a Elena el derecho de escoger esposo entre los nobles de la corte, y ella elige a Beltrán.
Beltrán, sin embargo, se resiste a esta unión forzada con alguien de menor rango social. Incitado por Parolles, un fanfarrón y uno de sus servidores, Beltrán se une a las fuerzas del duque de Florencia en la guerra contra Siena, dejando a Elena con condiciones casi imposibles para considerarla su esposa: debe obtener el anillo que lleva y concebir un hijo suyo, sin intenciones de unirse a ella físicamente.
La obra, que se mueve entre la comedia y el drama, presenta un rico tapiz de personajes secundarios que aportan humor y profundidad a la narrativa. Desde el rey de Francia, cuya enfermedad y recuperación marcan el inicio de la historia, hasta la condesa de Rosellón y Lafeu, el cronista, cada personaje enriquece la trama con sus propias luchas y aspiraciones.
Considerada una "comedia de conflicto" por sus elementos problemáticos y su tono agridulce, A buen fin no hay mal principio reta las convenciones de las comedias románticas al plantear preguntas sobre el amor, el matrimonio y la moralidad. A través de la ingeniosa trama, basada en un cuento del Decamerón de Boccaccio, Shakespeare explora la complejidad humana en la búsqueda del amor verdadero y la felicidad.