En "Alfred y Emily", Doris Lessing se embarca en un ejercicio literario que fusiona ficción y autobiografía para rendir homenaje a sus padres, explorando cómo la Primera Guerra Mundial alteró sus destinos. La obra se divide en dos partes distintivas, cada una iluminando la vida de Alfred y Emily desde perspectivas contrastantes.
La primera parte es un escenario imaginativo donde el conflicto bélico nunca ocurre. Lessing construye una narrativa alternativa, donde Alfred y Emily llevan una vida tranquila y satisfactoria. Alfred, en esta realidad ficticia, es un próspero agricultor que disfruta del éxito sin las limitaciones de una guerra devastadora. Emily, por su parte, florece como una figura social influyente, dedicada a causas educativas y benéficas. Esta sección resplandece con una nostalgia esperanzadora, un tributo a lo que podría haber sido, un intento de aliviar el peso de la historia sobre los hombros de la autora y su familia.
La segunda parte del libro, en cambio, se adentra en la realidad de la vida de sus padres. Aquí, Lessing narra con precisión histórica y emocional los efectos de la guerra en Alfred y Emily. Alfred, afectado por una depresión crónica tras sus experiencias en el frente, y Emily, cuya vida está marcada por el desencanto y las dificultades de la posguerra. Sus vivencias se extienden desde Inglaterra hasta África, donde la familia finalmente se establece. A través de viejas fotografías familiares intercaladas en el texto, Lessing ofrece un testimonio visual de su pasado, añadiendo una capa de autenticidad y emoción a la narración.
La obra es una amalgama de recuerdos vívidos y prosa cuidadosamente elaborada que destaca la habilidad de Lessing para captar la complejidad de las experiencias humanas. A sus noventa años, la autora demuestra por qué es considerada una de las figuras literarias más importantes de su tiempo, logrando transformar su propia vida en un relato tan conmovedor como reflexivo.
"Alfred y Emily" no solo es una exploración de lo que fue y lo que podría haber sido, sino también una meditación sobre la lucha personal de Lessing por liberarse de lo que ella describe como una "monstruosa herencia". Al final, el libro se erige como un testamento de los anhelos y las realidades de una generación cuyas vidas fueron irremediablemente alteradas por la guerra, y de una hija que busca reconciliar esas dos narrativas.
