"Charlie y el gran ascensor de cristal", secuela del célebre "Charlie y la fábrica de chocolate", nos vuelve a sumergir en el imaginativo mundo de Roald Dahl. Esta obra, publicada originalmente en 1972, continúa las aventuras de Charlie Bucket, ahora dueño de la maravillosa fábrica junto a Willy Wonka. La historia comienza con Charlie, su familia y Wonka viajando en el misterioso ascensor de cristal. Sin embargo, una distracción causa que el ascensor salga disparado hacia el espacio, dando inicio a una serie de aventuras extraterrestres.
En órbita, la familia Bucket y Wonka descubren el primer hotel espacial, que se supone vacante pero que alberga a unos astronautas y al presidente, quienes confunden a nuestros protagonistas con alienígenas. El encuentro se complica aún más con la aparición de los Knidos Vermiciosos, criaturas peligrosas que Wonka conoce bien. A pesar de los problemas, logran escapar y planear su regreso a la Tierra, pero los Knidos atacan nuevamente, intentando arrastrar el ascensor y a los astronautas hacia su planeta. En un acto heroico, Wonka y los Bucket utilizan cohetes para regresar, quemando a los Knidos en el proceso.
De vuelta en la fábrica, Wonka revela su invención, las pastillas Vita-Wonka, capaces de rejuvenecer a quien las consuma. Los abuelos de Charlie, ansiosos por recuperar su juventud, toman más pastillas de las aconsejadas, resultando en efectos inesperados y cómicos: la abuela Josephine se convierte en una bebé de tres meses y el abuelo George en un niño de un año, mientras que la abuela Georgina desaparece al "rejuvenecer" más allá de su edad actual, enviada a un misterioso lugar llamado Menoslandia.
Con su mezcla única de humor, fantasía y lecciones morales, "Charlie y el gran ascensor de cristal" no solo entretiene, sino que también invita a reflexionar sobre las consecuencias de nuestros deseos y acciones. Esta obra, ilustrada por Michael Foreman y Quentin Blake en su edición original, y por Faith Jacques en la traducción al español, sigue deleitando a lectores de todas las edades, consolidando el legado de Roald Dahl como uno de los grandes cuentistas del siglo XX.