El divino Narciso, escrito por Sor Juana Inés de la Cruz, es una obra maestra del teatro barroco novohispano que destaca por su profundidad teológica y su rica simbología. Publicado inicialmente en México en 1690, esta pieza es considerada el auto sacramental más destacado y refinado de la autora, quien gracias al apoyo de la condesa de Paredes pudo ver su obra difundida y apreciada, a pesar del poco valor que se le daba al género en su tiempo en Hispanoamérica.
La obra inicia con una loa que introduce el contexto de la conquista de América, haciendo alusión a las tradiciones de los pueblos indígenas y su encuentro con el catolicismo europeo. A través de un rito azteca en honor a Huitzilopochtli, Sor Juana entrelaza las creencias precolombinas con el cristianismo, proponiendo una visión de conversión colectiva, un tema poco tratado en el teatro de la época.
En la trama principal, El divino Narciso presenta una alegoría donde Jesucristo es personificado como Narciso, un pastor divino que simboliza la pureza y la belleza juvenil. Enamorado de su propia imagen, que representa la divinidad y la humanidad de Cristo, Narciso interactúa con personajes como Naturaleza Humana, Sinagoga y Gentilidad, así como Eco y Soberbia, en un diálogo que expone los conflictos y las tentaciones humanas frente a la divinidad.
La obra no solo es un vehículo de expresión religiosa, sino también una crítica social y política del trato hacia los indígenas en la Nueva España. Sor Juana utiliza el auto sacramental para cuestionar la legitimidad de los conquistadores y reivindicar el papel de los misioneros en la fundación de una nueva sociedad. Este enfoque proporciona una perspectiva única sobre la historia y la cultura de América, distinta a la visión habitual de la literatura colonial.
El divino Narciso es también un homenaje literario a figuras como San Juan de la Cruz y Fray Luis de León, con ecos de sus obras místicas permeando el texto de Sor Juana. La elección del título y la estructura del auto sacramental hacen referencia directa a El divino Orfeo de Calderón de la Barca, destacando la influencia del dramaturgo en la obra de Sor Juana, pero llevando el género a nuevos niveles de expresión poética y simbólica.
En resumen, El divino Narciso es una obra compleja que entrelaza lo divino con lo humano, lo ancestral con lo contemporáneo, y lo individual con lo colectivo, ofreciendo una rica exploración de la fe, la identidad y la resistencia cultural en el Barroco novohispano.