En "El grito de la lechuza", Patricia Highsmith teje una trama de suspense y psicología profunda en la que Robert Forester, un ingeniero aeronáutico que huye de su tormentosa relación matrimonial en Nueva York, busca un nuevo comienzo en un tranquilo pueblo de Pennsylvania. Buscando solaz, Robert se encuentra inmerso en un inofensivo, aunque controvertido, hábito: observar desde la distancia a una joven desconocida mientras realiza sus tareas domésticas. Sin embargo, lo que comienza como un acto de voyeurismo solitario rápidamente se convierte en el centro de un peligroso triángulo amoroso cuando la joven y su novio descubren su presencia.
La situación toma un giro aún más oscuro cuando un encuentro inesperado entre Robert y la joven desencadena una serie de eventos que culminan en violencia y asesinato. Atrapado en un vórtice de sospechas y acusaciones, Robert debe enfrentar las consecuencias de sus acciones, mientras lucha por mantener su integridad en un mundo que parece determinado a malinterpretar sus intenciones. A medida que la trama se desenreda, los personajes se ven envueltos en un juego psicológico intenso, donde las apariencias engañan y las verdades son dolorosamente ambiguas.
Highsmith, con su característico estilo narrativo, explora en profundidad las complejidades de sus personajes, revelando sus miedos, deseos ocultos y las facetas más oscuras de su psique. La novela no solo es un thriller emocionante, sino también un estudio agudo sobre la misantropía y la perversidad humana, temas recurrentes en la obra de Highsmith. Los personajes de la novela, meticulosamente delineados, desde el introspectivo Robert hasta la manipuladora Nickie, ofrecen un espejo perturbador de la sociedad contemporánea, donde lo "normal" puede ser en realidad profundamente disfuncional y corrupto.
"El grito de la lechuza" supera en complejidad psicológica a muchas de las obras más conocidas de Highsmith, como "El talento de Mr. Ripley". Con un inicio que establece meticulosamente el escenario y personajes, la novela acelera hacia un clímax que es tanto inesperado como inevitable, dejando al lector reflexionando sobre las ironías del destino y las trampas de la percepción. Aunque la edición en castellano sufre de un final abrupto debido a la omisión de los últimos párrafos, la historia retiene su impacto, ofreciendo un cierre que, aunque abierto, es coherente con el tono general de la obra.