"El Jayón", una obra dramática en tres actos de Concha Espina, se adentra en la crudeza de las emociones humanas y la inevitabilidad del destino, en un entorno rústico que refleja la universalidad del amor y el dolor. Estrenada en 1918 en el Teatro de Eslava en Madrid, esta pieza no pretende ser meramente un drama regional, aunque está ambientada en Cantabria, tierra natal de la autora, conocida por su profundo conocimiento del paisaje, las costumbres y el lenguaje.
La trama de "El Jayón" se desarrolla en un medio primitivo, donde las fuerzas de la naturaleza actúan casi como un personaje más, influyendo y participando en la vida de los personajes. Espina no busca innovar con una problemática novedosa o soluciones dramáticas, sino presentar un segmento vívido y palpitante de la vida, un "bloque de la cantera humana", esculpido con la sincera emoción de su corazón. La autora se deslinda de los artificios técnicos y se guía por la emoción y la realidad, con la convicción de que este camino, aunque no sea el más fácil o corto, es el que verdaderamente alcanza una meta trascendental.
"El Jayón" se centra en las "pasiones desnudas" y en la interacción entre personajes que, aunque buenos por naturaleza, se ven envueltos en situaciones amargas marcadas por un destino que parece preestablecido, una especie de karma que se cumple inexorablemente. La obra, interpretada con notable valentía por los actores del Teatro de Eslava, se destaca por su capacidad para trascender el regionalismo, pudiendo situarse en cualquier lugar del mundo donde coexistan el amor y el dolor.
Este drama, primer esfuerzo teatral de Concha Espina, manifiesta su incertidumbre y humildad, pero también su firme propósito de transmitir un trozo de realidad, vibrante y auténtico, sin preocupaciones por las convenciones técnicas, sino movida por una genuina pasión por representar la vida tal como es, en su belleza y su brutalidad.