En "El lagarto hipotético", Alan Moore, aclamado autor de novelas gráficas como "Watchmen" y "V de Vendetta", nos sumerge en un mundo oscuro y cargado de misticismo a través de la historia de Som-Som, una joven prostituta sometida a un cruel destino. En un acto desesperado por obtener poderes extraordinarios, Som-Som ha sido privada de su capacidad para hablar y moverse, aunque conserva la habilidad de ver y oír, transformándola en una espectadora silenciosa de su entorno.
La trama se desarrolla en la Casa Sin Relojes, un prostíbulo no convencional donde habitan criaturas de fábula oriental y mujeres con habilidades especiales, entrenadas para complacer a hechiceros y nigromantes. Som-Som, a quien desde los nueve años le desconectaron los hemisferios cerebrales y le colocaron una máscara parcial para asegurar que nunca pudiera revelar los secretos que aprendiera, se ve envuelta en una historia de celos, traición y venganza que sacude los cimientos de este lugar clandestino.
Dentro de este entorno, Som-Som conoce a Rawra Chin, un travesti que busca enamorar a un experimentado actor para robar sus secretos profesionales y catapultarse al estrellato. La novela se complica con la introducción del "lagarto hipotético", una alusión al conocido experimento mental del gato de Schrödinger, que en esta narrativa actúa como un símbolo de los dilemas morales y las decisiones imposibles que enfrentan los personajes.
Con su prosa fluida y característicamente oscura, Moore explora temas profundos como el sacrificio personal, la moralidad y la subversión de los tabúes sociales en un relato que, aunque breve, logra desarrollar un ambiente victoriano enriquecido con elementos de fantasía. "El lagarto hipotético", publicado originalmente en 1988 y reintroducido a una nueva audiencia en 2008, sigue siendo una obra relevante que desafía al lector a cuestionar hasta qué punto uno debe ir para obtener poder o conocimiento, y si el precio pagado justifica lo obtenido.
Esta novela corta, aunque apenas extiende a 80 páginas, se erige como un testimonio de la habilidad de Moore para tejer historias complejas y emocionalmente cargadas en cualquier formato, consolidando su reputación no solo en el ámbito de las novelas gráficas, sino también en el de la prosa narrativa tradicional.