El muro, publicado en 1939 por Jean-Paul Sartre, es una colección penetrante de cuentos que se sumerge en la psique humana y explora las profundidades del existencialismo. Este libro, dedicado a Olga Kosakiewicz, una estudiante de Simone de Beauvoir y amiga de Sartre, se compone de cinco relatos que varían en longitud y que el autor describe como "cinco pequeños desastres trágicos y cómicos".
El cuento que da nombre al libro, El muro, es una intensa narración en primera persona de un prisionero republicano durante la Guerra Civil Española, condenado a muerte por las fuerzas franquistas. A lo largo de una noche, el protagonista reflexiona sobre la vida y la muerte, enfrentándose a su fatal destino con una mezcla de resignación y desafío. En un giro irónico y sombrío, el protagonista intenta engañar a sus captores en un último acto de rebelión, solo para encontrarse con un desenlace inesperado y mordaz.
La cámara explora la locura y la alienación dentro de una familia burguesa, utilizando una narración en tercera persona que permite un análisis detallado de la sexualidad y las dinámicas de poder. Eróstrato, por su parte, sumerge al lector en la mente de un personaje que odia profundamente a la humanidad y que planea un acto de violencia extrema, todo ello mientras lucha con su propia sexualidad y existencia.
En Intimidad, Sartre utiliza monólogos interiores para explorar la crisis de una mujer que se debate entre mantener su relación y buscar su propia identidad fuera de los roles impuestos como esposa y amante. Finalmente, La infancia de un jefe es la más extensa y diferente de las narraciones, presentando la evolución de un joven desde su búsqueda de sentido en la vida hasta su acercamiento a la ideología fascista, proporcionando un agudo comentario sobre la sociedad y la política.
Estos relatos no solo son un estudio sobre la condición humana y sus diversas facetas frente a situaciones extremas, sino también una crítica a la sociedad y sus estructuras. Cada cuento en El muro revela la habilidad de Sartre para entrelazar lo trágico con lo cómico, lo personal con lo político, y lo filosófico con lo cotidiano, haciendo de esta obra un testimonio crucial del pensamiento existencialista y de la maestría narrativa de Sartre.
