En "El narrador", Walter Benjamin explora la decadencia del arte de narrar en la sociedad moderna, argumentando que las transformaciones culturales y tecnológicas han llevado a un empobrecimiento de la experiencia humana y, por ende, de la narrativa. A través de un análisis detallado y reflexivo, Benjamin desgrana cómo los cambios provocados por eventos como la Guerra Mundial y el auge del capitalismo han alterado profundamente la forma en que compartimos y procesamos las experiencias.
Benjamin señala que la narración, históricamente un medio para transmitir sabiduría y conocimiento a través de las generaciones, está siendo reemplazada por la información, caracterizada por su inmediatez y obsolescencia rápida. Argumenta que, mientras la narración invita a la reflexión y tiene una vida prolongada en la memoria de los oyentes, la información es efímera y carece de profundidad. Esto ha llevado a una crisis en la forma en que la sociedad se comunica y recuerda, afectando no solo la literatura, sino también la cohesión social y cultural.
El ensayo también contrasta la figura del narrador con la del novelista. Mientras el primero se basa en la experiencia compartida y la sabiduría colectiva, el novelista opera desde un espacio de aislamiento, reflejando la creciente individualización de la sociedad. Benjamin utiliza este contraste para ilustrar cómo los cambios en la estructura social y económica han influido en las formas narrativas y, por consiguiente, en nuestra capacidad para interpretar y dar sentido a nuestras vidas.
Finalmente, "El narrador" es una meditación sobre la pérdida y la transformación cultural. Benjamin lamente que, en la búsqueda de eficiencia y novedad, la sociedad moderna ha sacrificado formas de conocimiento y comunicación más profundas y enriquecedoras. El resultado es un mundo donde prevalece la superficialidad y donde la capacidad de compartir experiencias significativas se ha degradado, no solo empobreciendo la literatura, sino también la calidad de nuestras interacciones humanas.
Este trabajo no solo es un análisis crítico de la narrativa y su evolución, sino también una reflexión sobre cómo la tecnología y la economía moldean la percepción y la cultura humanas, un llamado a reconocer y valorar las formas de arte y comunicación que nos conectan con nuestra historia y nuestra humanidad.