"El político" de Azorín es una obra que explora la simbiosis entre ética y estética en el ámbito de la política, presentando una "pequeña filosofía" que busca armonizar ideales político-morales y valores estilísticos. En este libro, Azorín se sumerge en la tradición del clasicismo, rescatando un conjunto de ideales pre-ilustrados y reinterpretándolos a través de una perspectiva moderna, donde lo bueno y lo bello son inseparables de la verdad.
Azorín, miembro destacado de la Generación del 98, articula su visión del político ideal a través de 47 consejos, inspirados en pensadores como Gracián, Maquiavelo y Saavedra Fajardo. Estos consejos están destinados a la formación de un político que no solo sea eficaz en su rol, sino que también viva de acuerdo con principios estéticos que reflejen una vida bien vivida. En este sentido, la figura del político se despliega en conjunción con la del escritor y el artista.
La virtud de la eubolia, que Azorín destaca como esencial, es un ejemplo de las cualidades que el político debe cultivar. Consiste en ser discreto, cauto y reservado, evitando desparramarse en palabras innecesarias. El político debe saber cuándo hablar y cuándo guardar silencio, manejando la información con astucia y respondiendo a las presiones externas con amabilidad y humor, sin revelar más de lo necesario.
Cada consejo se centra en un aspecto diferente de la educación política y personal, desde el arte de vestirse adecuadamente hasta la importancia de mantener la serenidad ante la desgracia. Azorín también enfatiza la necesidad de un equilibrio interior ("la balanza del yo"), así como la importancia de leer a los clásicos para comprender mejor el mundo y las personas que lo habitan.
Dentro de esta estructura de consejos prácticos, Azorín advierte sobre los peligros de la abstracción y la importancia de permanecer firme ante el ataque. La obra aboga por un político que sea innovador, pero siempre dentro del orden, y que sepa renunciar en el momento adecuado, evitando el escándalo y manteniendo siempre un juicio sereno sobre las personas y las circunstancias.
En "El político", Azorín no solo ofrece un manual para el político ideal, sino que también invita al lector a reflexionar sobre cómo la política puede ser una forma de arte en sí misma, donde la verdad, la belleza y el bien son los pilares de una vida pública y privada equilibrada y armoniosa.
