En "En defensa de las causas perdidas", Slavoj Žižek presenta una audaz reinterpretación de la historia revolucionaria, desafiando la visión convencional y explorando las profundidades de lo que él denomina los "mejores fracasos" en la lucha por la emancipación. A través de un análisis crítico que abarca desde los jacobinos hasta el populismo contemporáneo, pasando por las experiencias totalitarias del siglo XX, Žižek propone recuperar estos esfuerzos pasados no como meros errores, sino como intentos esenciales hacia un ideal transhistórico de emancipación articulado alrededor de cuatro pilares fundamentales: una justicia igualitaria estricta, el uso del terror de Estado, el voluntarismo democrático y una fe inquebrantable en el pueblo.
Contrario a las tendencias posmodernas que favorecen conflictos menores y una pluralidad de subjetividades, Žižek aboga por una iniciativa global que insiste en que la economía es crucial en la política y promueve la formación de partidos políticos jerarquizados. Rechaza la tolerancia como una virtud suprema y celebra la "violencia sagrada" como una herramienta necesaria para el cambio. Este enfoque se ilustra en su interpretación de "300", la película basada en el cómic de Frank Miller, donde ve a los espartanos como un modelo de proletariado disciplinado enfrentándose al hedonismo del capitalismo representado por los persas, lo que refleja la visión de Žižek sobre la necesidad de sacrificio y autocontrol en la lucha por una causa mayor.
Además, Žižek critica la revolución de Mayo del 68 y sus secuelas, argumentando que la liberación sexual y el ideal interseccional han desviado a la izquierda de su verdadero propósito. En un mundo post-crisis de 2008 y al borde de una catástrofe climática, sostiene que es imperativo adoptar una disciplina más rigurosa y responsabilidad social. Aquí, Žižek no propone un totalitarismo sin más, sino una revisión crítica de la democracia liberal, que aunque considera la más cercana a un análisis psicoanalítico debido a su estructura electoral, aún así falla al transformarse en tecnocracia bajo la influencia de "expertos" que despolitizan decisiones esenciales, moviendo la política del gobierno de personas a la administración de cosas.
En suma, "En defensa de las causas perdidas" es una provocadora reflexión sobre la historia y la práctica política que desafía tanto a los adherentes de la política tradicional como a los críticos contemporáneos, invitándolos a reconsiderar las bases de sus luchas y la necesidad de un compromiso más profundo y riguroso con los ideales emancipatorios en tiempos tumultuosos.