En "El hijo del tiempo", Deborah Harkness nos invita a regresar al encantador y romántico universo de la saga best seller "El descubrimiento de las brujas". La novela explora el costo real de la inmortalidad en un mundo donde vampiros, brujas, daimones y humanos tratan de coexistir en una frágil armonía. Marcus MacNeil, un joven cirujano que se encuentra en el tumultuoso escenario de la Revolución Americana, se convierte en el protagonista de una historia que desafía al tiempo. Cuando Matthew de Clermont le ofrece a Marcus la oportunidad de ser inmortal, el joven acepta sin vacilaciones, ansioso por librarse de las restricciones de su época.
Siglos más tarde, en el Londres contemporáneo, Marcus se enamora de Phoebe Taylor, una empleada de Sotheby's. Su amor los lleva a enfrentar decisiones difíciles, ya que Phoebe elige convertirse en vampiro para compartir la eternidad con Marcus. Sin embargo, el camino hacia la inmortalidad está lleno de desafíos que demuestran ser tan formidables en el presente como lo fueron en el siglo XVIII. Las sombras del pasado de Marcus amenazan con resurgir, poniendo a prueba la fortaleza de su amor y la promesa de una vida eterna juntos.
Harkness entrelaza hábilmente tres subtramas que enriquecen el relato. La primera sigue a Phoebe mientras navega por sus días iniciales como vampiro, enfrentando miedos, dudas y las complejidades de su nueva existencia. La segunda nos traslada a Les Revenents, donde Diana y Matthew, ahora padres de dos bebés mitad brujo, mitad vampiro, lidian con las dificultades únicas de criar a los primeros de su especie. A estas anécdotas familiares se suma la impaciencia de Marcus por reunirse con Phoebe, a quien no puede ver durante 90 días tras su transformación.
Para sobrellevar esta espera, Marcus se sumerge en sus memorias, transportándonos al siglo XVIII, un período marcado por la agitación política y epidemias devastadoras como la viruela y la fiebre amarilla, así como por la revolución francesa. A través de estos saltos temporales, la autora nos sumerge nuevamente en su mundo mágico, poblado por vampiros con estrictas normas y protocolos, y brujas de fascinante poder.
El estilo narrativo de Harkness se caracteriza por su riqueza descriptiva, ofreciendo una experiencia inmersiva que deleita a quienes aprecian los textos detallados. Sin embargo, en esta entrega, la magia se siente algo relegada frente al peso de la narrativa histórica. Aunque la fantasía sigue presente, especialmente en las escenas protagonizadas por Diana, es la profundidad histórica la que domina, brindando una perspectiva única y cautivadora de este universo literario.