Historia de amor sin título, obra del debut literario de Rubén Ochandiano, plantea un desafiante recorrido a través de la mente y las emociones humanas. Berta Álvarez, una periodista con un pasado complejo y cargado de incertidumbres, se ve inmersa en la tarea de documentar la vida de Mario Ruiz, un joven recluido en un centro psiquiátrico por razones que inicialmente se le escapan. Este encargo, marcado por la sombra de lo "excepcional", la lleva a enfrentar no solo la historia de Mario, sino también sus propios fantasmas.
La narrativa se desarrolla en un flujo constante de descubrimientos y revelaciones. Mario, descrito por algunos como un ser con "un ala rota", se convierte en el eje central de una trama que explora la herencia genealógica y las cicatrices que las familias pueden dejar en sus descendientes. Alrededor de él se tejen historias de amor y desamor, de vida y muerte, donde los personajes se ven arrastrados por sus pasiones y traumas.
El lector se encuentra ante un entramado de relaciones y secretos, donde Berta debe desentrañar qué sucedió realmente con Louis Garrel, el enigmático objeto de deseo de Mario. ¿Qué secretos guarda la familia de Mario? ¿Qué verdades ocultas se esconden detrás de la fachada de normalidad? Estas son algunas de las preguntas que Berta, y con ella el lector, deberá resolver.
Con un estilo que bordea el tratado de psicopatología, Ochandiano nos ofrece una obra que es tanto una balada pop como una profunda carta de amor al cine. Historia de amor sin título es un libro que desafía las convenciones del género romántico y se adentra en las profundidades de la psique humana, ofreciendo un relato tanto perturbador como iluminador sobre la capacidad de amar y sobrevivir en un mundo que, a menudo, parece carecer de sentido.
En última instancia, Berta no solo enfrenta la historia de Mario, sino que también se enfrenta a la suya, en un paralelismo que refleja la lucha interna y la búsqueda de identidad que define a muchos de nosotros. La historia se convierte en un espejo donde los personajes deben mirar para entenderse a sí mismos y, quizás, encontrar un camino hacia la redención.