"Interiores" (1978), dirigido por Woody Allen, marca un notable desvío en la carrera del cineasta, alejándose de la comedia para explorar el melodrama profundo y existencial al estilo de Ingmar Bergman. En esta película, Allen teje una narrativa intensa y emotiva centrada en una familia disfuncional y sus luchas internas. La trama gira en torno a Eve, una madre obsesiva y controladora, interpretada magistralmente por Geraldine Page, cuyo marido la abandona debido a su inestabilidad mental. La separación desencadena una serie de eventos tumultuosos que afectan profundamente a sus tres hijas, cada una lidiando con sus propios demonios y conflictos personales.
La película se desarrolla en una serie de espacios internos, tanto físicos como emocionales, que reflejan la frialdad y el vacío de las relaciones entre los personajes. Estos entornos, meticulosamente decorados, son un reflejo de la profesión de Eve como decoradora de interiores, simbolizando la fachada estética que oculta la fragilidad y el caos subyacente de la familia. Con un elenco que incluye a Diane Keaton, Maureen Stapleton, E.G. Marshall, y Sam Waterston, "Interiores" es un estudio profundo de personajes y relaciones, con diálogos intensos y actuaciones poderosas que exploran temas de identidad, soledad y desesperación.
A pesar de una recepción inicialmente fría, "Interiores" fue reconocida por su singularidad y mérito artístico, obteniendo cinco nominaciones al Óscar, incluyendo Mejor Director y Mejor Guion para Allen. El filme también destacó por las actuaciones de Page y Stapleton, ambas nominadas a los Óscar, con Stapleton ganando el reconocimiento como Mejor Actriz Secundaria en varios premios de críticos. Este filme es considerado una pieza clave en la filmografía de Allen, mostrando su habilidad para trascender géneros y su capacidad para explorar la condición humana con una profundidad sorprendente.
"Interiores" es una película esencial para los aficionados al cine de autor y para aquellos que aprecian un cine que desafía las emociones y provoca reflexión. Aunque Allen bromeó diciendo que era "una película para europeos", su alcance y resonancia trascienden fronteras, ofreciendo una mirada universal sobre las complejidades de las relaciones familiares y personales.