Publicada póstumamente en 1970, "Islas a la deriva" es una de las últimas contribuciones de Ernest Hemingway al mundo literario, que revela la complejidad y profundidad del talento narrativo del autor. La novela se despliega en tres segmentos distintos, cada uno capturando diferentes fases de la vida de Thomas Hudson, un artista pintor cuya personalidad y aventuras parecen reflejar las del propio Hemingway.
La historia comienza en la década de 1930 en Bimini, una pequeña isla en las Bahamas. Aquí, Hudson vive una vida aparentemente idílica, dedicándose a su arte mientras se sumerge en el esplendor y la tranquilidad del Caribe. Rodeado de aguas cristalinas y cielos despejados, Hudson también comparte momentos memorables con su amigo Roger Davis, un escritor que lucha por hallar satisfacción en su trabajo mientras lleva una vida marcada por el alcohol y la autoindulgencia. Durante esta etapa, la visita de sus tres hijos añade una dimensión cálida y personal a su vida, mezclando la serenidad de los días en el mar con la alegría de la compañía familiar.
La segunda parte del libro transporta al lector a un contexto dramáticamente diferente. La Segunda Guerra Mundial ha estallado, y Hudson se encuentra en Cuba, participando en operaciones antisubmarinas. Este cambio de escenario señala una transición en Hudson de la introspección pacífica a la acción intensa y peligrosa. Su lucha no solo es contra el enemigo externo sino también contra sus propios demonios internos, exacerbados por la pérdida y el trauma del conflicto global.
La narrativa de Hemingway en "Islas a la deriva" es intensamente visual y emocional, empleando su característico estilo lacónico pero poderosamente evocador. La obra no solo es un testimonio de la madurez literaria de Hemingway sino también un espejo de su vida turbulenta y aventurera. A través de la figura de Hudson, Hemingway explora temas de soledad, pérdida, paternidad y la incesante búsqueda de significado en medio de la belleza y el caos del mundo.
"Islas a la deriva" no es solo una historia sobre la vida de un hombre, sino un retrato fascinante del espíritu humano enfrentando las dualidades de la existencia. La novela, con su rica ambientación y sus personajes profundamente humanos, es un testimonio duradero del legado de Hemingway y una obra que continúa resonando con lectores contemporáneos por su universalidad y su intensa humanidad.