La calle estrecha, escrita por Josep Pla entre 1949 y 1951 y publicada inicialmente en 1952, es una novela que se aleja de la tradicional estructura narrativa para abrazar un enfoque más realista y descriptivo. A través de las observaciones minuciosas del protagonista, un joven veterinario que se traslada a Torrelles para ocupar un puesto municipal, Pla nos sumerge en la vida cotidiana de este pueblo catalán.
La novela comienza con una detallada descripción del entorno físico de Torrelles, proponiendo al paisaje como un personaje más dentro de la narrativa. Este inicio sirve de preámbulo a una exploración sociológica de la comunidad, destacando la división en clases sociales, desde payeses de diferentes estratos hasta la burguesía surgida con la industrialización textil y la clase obrera. A través de estos detalles, Pla configura el telón de fondo sobre el cual se desarrollan las interacciones humanas.
El relato avanza mediante una serie de viñetas o sketchs que capturan episodios de la vida diaria en la calle Estrecha, centro neurálgico del pueblo. Pla se adentra en los comercios y hogares, revelando con gran destreza los detalles de la vida local. Personajes como el relojero Masasaguer y los propietarios de la panadería y la mercería cobran vida en estas páginas, mostrando un amplio espectro de la humanidad en sus interacciones diarias. Cada capítulo funciona casi independientemente, como un retrato íntimo de los residentes del pueblo.
Uno de los pocos hilos conductores en esta sucesión de escenas es la figura de Monserrateta, cuya historia paródica aporta un leve toque de trama en un contexto predominantemente expositivo. La inclusión de diálogos dinámicos y elementos teatrales enriquece esta parte de la narración, proporcionando un contrapunto a la sucesión de descripciones.
Además del joven veterinario, otra voz narrativa que emerge es la de Francisqueta, la cocinera del protagonista, cuyas conversaciones ofrecen un colorido trasfondo sobre los habitantes y las costumbres del lugar. Su perspectiva, cargada de lógica local y sentido común, sirve de puente entre el lector y las sutilezas de la vida en Torrelles.
El estilo de Pla, reconocido por su riqueza y elegancia, utiliza metáforas originales y una ironía sutil que convierten la lectura en un placer literario, a pesar de la falta de una trama convencional. Sin embargo, la novela carece de un clímax o desenlace definitivo, enfatizando la idea de que la vida simplemente continúa. La calle estrecha es más que una novela; es una crónica detallada y un reflejo fiel de la realidad de un pueblo catalán, capturada magistralmente por la pluma de uno de los mejores prosistas en lengua catalana.
