"La casa verde", publicada en 1966, es la segunda novela del afamado escritor peruano Mario Vargas Llosa. Ambientada en dos escenarios distintos y distantes de Perú: Piura en el árido norte y la selvática Santa María de Nieva en la Amazonía, esta obra entrelaza hábilmente varias historias que se despliegan en un rico tapiz de personajes y tramas que exploran la complejidad humana y social.
La novela se inicia con la historia de Don Anselmo, un enigmático forastero que llega a Piura y construye un prostíbulo pintado de verde, conocido como "La Casa Verde". Este lugar se convierte en el centro de controversia cuando el cura García y otros ciudadanos, preocupados por la moral, intentan clausurar este establecimiento. Tras su incendio, Don Anselmo vive en la pobreza, tocando el arpa en bares, mientras que años más tarde, su hija "La Chunga" reabre otro burdel bajo el mismo nombre.
Paralelamente, seguimos la vida de Lituma, un joven de la localidad que frecuentaba la Casa Verde y que más tarde se convierte en sargento de la Guardia Civil en Santa María de Nieva. Allí conoce a Bonifacia, "La Selvática", con quien se casa y regresa a Piura. Sin embargo, su vida toma un giro trágico cuando recae en viejos hábitos y su esposa termina trabajando en el prostíbulo, situación que Lituma acepta con resignación.
En otra línea narrativa, encontramos a Fushía, un contrabandista de origen brasileño-japonés, y su violenta vida en la selva junto a Lalita, una joven iquiteña. Su historia de abuso y crimen culmina con su abandono en un leprosorio, reflejando el desamparo y la brutalidad que a menudo caracterizan la vida en los confines de la civilización.
"La casa verde" no solo es un retrato vívido de diversas realidades peruanas, sino también una exploración profunda de las pasiones humanas y las luchas morales. Con una estructura compleja y un estilo narrativo que rompe con las convenciones tradicionales, Vargas Llosa crea una obra maestra que desafía al lector a reflexionar sobre el destino y las decisiones de sus personajes. Este libro no solo consolidó a Vargas Llosa como uno de los grandes narradores latinoamericanos, sino que también le valió el prestigioso Premio Rómulo Gallegos en 1967.