"La ciudad sin nombre" de H. P. Lovecraft, sumerge al lector en las profundidades de una antigua metrópolis perdida en el vasto desierto de Arabia. Este relato, que forma parte de los precursores de los mitos de Cthulhu, fue escrito en enero de 1921 y publicado inicialmente en la revista The Wolverine. El misterio y el terror se entrelazan en la narrativa al describir una ciudad tan antigua que precede incluso a las civilizaciones más conocidas, como la de Menfis y Babilonia.
La historia sigue a un audaz explorador, cuya curiosidad lo lleva a investigar las leyendas que giran en torno a esta ciudad sin nombre, un lugar del que se habla con temor en los círculos más antiguos y que es evitado por las tribus locales. A su llegada, descubre que gran parte de la ciudad está sepultada bajo la arena, revelando templos y estatuas que aluden a una civilización desconocida y aterradora. En el corazón de la ciudad, encuentra un templo mayor que alberga las tumbas de seres reptilianos con cuernos, así como grabados que narran la historia de estos seres extraterrestres, desde su llegada a la Tierra hasta su decadencia.
El explorador aprende que estos seres fueron adorados por los primeros humanos y que la ciudad es más antigua que Babilonia. Entre los grabados, descubre imágenes de un sacerdote de esta especie alienígena realizando sacrificios humanos. La exploración culmina al encontrar una imponente puerta de bronce que oculta una luz cegadora. Una repentina tormenta de arena lo arrastra hacia esta luz, y aunque logra escapar, la experiencia deja una marca imborrable en su psique, persiguiéndolo en sus pesadillas.
"La ciudad sin nombre" no solo es una obra significativa dentro del universo de Lovecraft por introducir la figura de Abdul Alhazred, sino también por su capacidad para fusionar el horror cósmico con la exploración arqueológica y el misterio ancestral. Este relato es esencial para los aficionados del género de terror y la ciencia ficción especulativa, ofreciendo una visión única de una civilización olvidada que desafía nuestra comprensión del tiempo y la historia.