En "La cola de la serpiente", penúltima entrega de la serie del teniente Mario Conde, Leonardo Padura nos sumerge en una trama que, aunque menos extensa que sus predecesoras, se revela como la más trabajada de la serie. Originalmente concebida como un trabajo periodístico sobre la colonia china en La Habana, la novela ha evolucionado a lo largo de doce años hasta convertirse en una ficción profunda que explora los recovecos de una comunidad marginada y olvidada.
A través de un bucle temporal, el ahora retirado Mario Conde se ve envuelto en la investigación del homicidio de Pedro Cuang, un anciano chino cuyo cuerpo aparece con signos de rituales de santería. Este caso no solo le obliga a enfrentarse a los fantasmas de su pasado como policía en 1989, sino que también lo arrastra hacia los misterios de una sociedad en deterioro. Con cada pista, Conde descubre más sobre el sufrimiento y la resiliencia de los emigrantes asiáticos en Cuba, cuyas vidas han estado marcadas por la discriminación, el desarraigo y un sincretismo cultural forzado.
Padura, con su característico lenguaje fluido y escueto, construye un relato donde los detalles culturales y las descripciones del Barrio Chino de La Habana se entrelazan con la narrativa principal sin sobresaltos. La historia, que podría pasar por una crónica real, se enriquece con menciones a la literatura y la lectura como elementos esenciales para el crecimiento personal y colectivo, mostrando cómo estos aspectos pueden ser un refugio ante la adversidad.
El personaje de Mario Conde, siempre cargado de ironía y reflexiones agudas sobre la vida y la corrupción en su ciudad, guía al lector por un laberinto de lealtad, persistencia y esperanza. En "La cola de la serpiente", las creencias ancestrales chinas, junto con influencias cristianas, judías y africanas, se presentan no solo como un mosaico cultural, sino como un ancla vital para una comunidad que lucha por no ser consumida por el tiempo y el olvido.
Esta novela de Padura no solo es un retrato vívido de una Habana menos conocida, sino también un comentario sobre la capacidad de la ficción para revelar verdades ocultas y cuestionar nuestra comprensión del pasado. En la búsqueda de justicia para Pedro Cuang, Conde y los lectores aprenden que, a veces, para entender la verdad, uno debe aferrarse a la cola de la serpiente y seguir su rastro hasta la cabeza, aceptando los riesgos que esto conlleva.