La hija del mar, obra maestra del célebre dramaturgo catalán Àngel Guimerà, se estrenó en la primavera del año 1900, marcando un punto culminante en su carrera. Esta obra, que se inscribe dentro de las tendencias realistas y naturalistas emergentes del teatro europeo de la época, supone una evolución en el estilo de Guimerà, quien previamente se había destacado en el teatro romántico.
La trama se desarrolla en un pintoresco pueblo costero y gira en torno a la intensa y trágica historia de amor entre los personajes principales: Àgata, Mariona y Pere Màrtir. Àgata, conocida como La hija del mar, es una joven de origen misterioso y apasionante personalidad, que se ve envuelta en un turbulento triángulo amoroso. Mariona, por otro lado, es una mujer consumida por los celos y la desconfianza, lo que la lleva a idear un plan que desencadenará una serie de eventos fatales. Pere Màrtir, el objeto del amor y la discordia, se encuentra atrapado entre el amor y la lealtad, mientras lucha por mantener su integridad en un ambiente cada vez más hostil.
La obra no solo explora las profundidades del amor y los celos, sino que también se adentra en temas de identidad y aceptación de la diferencia. Al hacerlo, Guimerà teje una crítica social que trasciende el tiempo y el espacio, haciendo de La hija del mar una obra relevante en cualquier época. La presión de las habladurías y los rumores de los vecinos actúa como catalizador de la tragedia, resaltando cómo el entorno social influye y moldea las vidas de los personajes.
Finalmente, La hija del mar culmina de manera dramática y violenta, recordando las grandes tragedias griegas, pero con una sensibilidad moderna que refleja las complejidades del alma humana. La obra es una pieza clave en la trilogía mestra de Guimerà, que retrata diferentes estratos de la sociedad: el proletariado urbano en Maria Rosa, el rural en Terra baixa, y el marinero en esta impactante obra. Con un equilibrio magistral entre realismo minucioso y fervoroso romanticismo, Guimerà captura la esencia de la vida marina y sus desafíos inherentes.
Así, La hija del mar se erige como un testimonio del genio de Guimerà y su habilidad para fusionar la crítica social con el drama humano, creando una obra que no solo entretiene, sino que también invita a la reflexión sobre temas universales y atemporales.
