En "La historia de mi máquina de escribir", Paul Auster nos ofrece un relato íntimo y nostálgico acerca de su relación con una vieja máquina de escribir Olympia, que ha sido su compañera constante desde la década de 1970. Este libro no es solo una narración sobre un objeto, sino una exploración de la amistad entre el autor y el artista Sam Messer, quien se ve fascinado por esta máquina que ha sido testigo del nacimiento de tantas historias.
La máquina llega a la vida de Auster luego de una pérdida significativa: su anterior máquina se destruye en su mudanza a Nueva York en 1974. En medio de dificultades económicas, adquiere la Olympia de segunda mano, un acto que marca el comienzo de una era prolífica para él. A través de las páginas, la máquina se transforma de un mero objeto a un ser vital en la vida del escritor, rehusándose a ser sustituida por la moderna tecnología de procesadores de texto y computadoras, que Auster mira con desconfianza.
El libro también explora la interacción entre Auster y Messer. La curiosidad de Messer por la máquina lleva a una serie de dibujos y pinturas que dan vida a la Olympia, asignándole personalidad y presencia. Estas obras de arte, que ilustran el libro, son un testimonio del impacto que un objeto puede tener en la creatividad y la inspiración. Auster, influenciado por las representaciones de Messer, ya no puede ver a la máquina simplemente como un 'eso', sino que se refiere a ella como 'ella', un ser con deseos y estados de ánimo.
Finalmente, "La historia de mi máquina de escribir" no es solo la memoria de un escritor sobre su herramienta de trabajo; es una reflexión sobre el proceso creativo, la resistencia al cambio tecnológico y la intersección entre la literatura y el arte visual. Auster y Messer colaboran para dar vida a una historia donde la máquina de escribir no solo es protagonista, sino también musa y objeto de fascinación artística.