En la implacable y oscura novela "La novia" de Raúl del Pozo, el lector se sumerge en una historia cargada de intensidad y maldad. La trama gira en torno a un garduño, una figura que desciende a la ciudad con un objetivo obsesivo y perturbador: apoderarse de una mujer ya casada con otro hombre. Este deseo no solo es egoísta, sino destructivo, lo que configura el eje central de una novela que se adentra en las profundidades del deseo humano y su capacidad para corromper y devastar.
La novela se caracteriza por su falta de piedad y moral, un estilo descarnado que no deja espacio para la ternura. Manuel Vicent, en la presentación del libro, destacó que la belleza de "La novia" nace precisamente de esta maldad pura y dura. Cada página del libro es un golpe directo al estómago, una muestra de literatura que confronta al lector con los aspectos más sombríos del alma humana. Esto se refleja en la estructura y el estilo narrativo de la obra, descritos por Vicent como la garra y el gatillo de un arma, donde cada capítulo actúa como el músculo de un depredador.
La ambientación en el Hotel Ritz, un escenario que combina lujo con la decadencia de los personajes, complementa de manera efectiva el tono sombrío y a veces claustrofóbico de la novela. La elección de este lugar no es casual, pues simboliza la dualidad entre la apariencia y la realidad corrupta que subyace en las relaciones humanas que del Pozo explora con maestría.
Esta segunda novela de Raúl del Pozo sigue la estela de su anterior obra "Noche de tahúres", consolidando su reputación como un narrador heterodoxo en el panorama literario español. Enrique Murillo, el editor, y Charo Albarrán, una conocida librera, coinciden en elogiar la intensidad y el coraje con que está escrita "La novia". La novela no solo es una exploración de la obsesión y la maldad, sino también un desafío a las convenciones morales y literarias, ofreciendo una lectura que, como la cazalla, se consume en un trago duro pero inolvidable.