En "Las Fuentes del Nilo", Fernando Sánchez Dragó nos transporta al Madrid de los años cincuenta a través de los ojos de Dionisio, un joven niño que ha crecido en la sombra de la posguerra española. Dionisio, curioso y perceptivo, deambula por las calles de una capital todavía marcada por las cicatrices del conflicto, descubriendo un mundo lleno de sonidos, olores y colores que brotan de su caos y su anarquía.
A pesar de la vitalidad que emana de su entorno, Dionisio siente un vacío provocado por la opresión y la falta de libertades de la época. Es en este contexto donde encuentra un refugio inesperado: las historias del antiguo Egipto. A través de sus lecturas, Dionisio se sumerge en relatos de faraones y pirámides, de dioses y ríos poderosos que fluyen eternos bajo el sol del desierto. Estas historias no solo le ofrecen un escape de su realidad, sino que también despiertan en él un anhelo de libertad y aventura.
El contraste entre la vida restrictiva en el Madrid de la posguerra y la exuberante libertad del Egipto milenario se convierte en el núcleo de esta novela. Dionisio, con cada página que devora, se siente cada vez más conectado con ese mundo antiguo que reverencia la vida y celebra la muerte como un tránsito hacia la eternidad. Esta conexión se profundiza aún más con su creciente deseo de descubrir las fuentes del Nilo, un misterio que ha cautivado la imaginación de exploradores a lo largo de los siglos.
"Las Fuentes del Nilo" es una obra que, a través de la narrativa de un niño y su pasión por el Egipto antiguo, explora temas de libertad, aventura y la búsqueda de uno mismo en un mundo posiblemente demasiado estrecho para los sueños grandes. Sánchez Dragó, con su prosa evocadora y rica en imágenes, invita al lector a reflexionar sobre el poder de la literatura para transportarnos y transformarnos, y sobre cómo, a veces, los libros pueden ser el único lugar donde verdaderamente podemos ser libres.
