"Los besos no se gastan", la primera novela de Raquel Martos, transporta al lector a una España de los años setenta, un tiempo más sencillo y menos tecnológico, donde la amistad era una aventura que comenzaba con un simple "¿Puedo ir a jugar a tu casa?". Es en este contexto donde conocemos a Lucía y a Eva, dos niñas de siete años, con personalidades y circunstancias familiares opuestas, que se encuentran y forman un vínculo único e inquebrantable que perdurará a través de las décadas.
La historia se desarrolla entre episodios de la infancia compartida, pasando por los tumultuosos años de la adolescencia hasta llegar a la edad adulta, donde ambas mujeres se encuentran en encrucijadas vitales significativas. Lucía se ha convertido en una directora de recursos humanos fría y calculadora, que lucha por encontrar el amor, mientras que Eva, una actriz retirada, enfrenta las complicaciones de un matrimonio fallido y el encanto de ser madre de Lola, su hija.
La trama toma un giro dramático cuando Eva, en la cúspide de los cuarenta, solicita a Lucía el que será el favor más crucial de su vida. "Los besos no se gastan" se sumerge en las profundidades de la amistad femenina, explorando cómo este lazo puede ofrecer salvación, traición y redención en momentos inesperados. Escrita desde las voces alternas de las dos protagonistas, la novela ofrece una perspectiva íntima y a veces dolorosa de sus vidas entrelazadas.
Con una mezcla de nostalgia, humor y un realismo desgarrador, Raquel Martos logra retratar no solo una amistad que desafía el tiempo, sino también una época de la historia española marcada por su simplicidad y sus desafíos. "Los besos no se gastan" es un testimonio de que los momentos más significativos de la vida a menudo provienen de las relaciones más inesperadas y que, a pesar de las pruebas, algunos lazos nunca se desgastan.
Publicada en 2012 por Espasa, esta novela intimista y agridulce ha sido recomendada por su fácil lectura y su capacidad para evocar recuerdos de la infancia y reflexiones sobre la amistad perdida. Aunque el final dramático puede sorprender a los lectores, proporciona un cierre auténtico y potente a una historia verdaderamente conmovedora y bien narrada.