"Los cachorros", obra del renombrado escritor peruano Mario Vargas Llosa, es un relato que combina elementos de la tragedia y la comedia para ofrecer una potente crítica a la sociedad limeña de mediados del siglo XX. Publicada por primera vez en 1967, esta novela corta explora temas profundos como la masculinidad, la pertenencia y la alienación a través de la historia de Cuéllar, un joven que sufre un cambio drástico en su vida tras un incidente violento en su colegio.
La trama se despliega en el colegio religioso Champagnat en el distinguido barrio de Miraflores, donde Cuéllar, un nuevo estudiante, se esfuerza por integrarse en la élite social local. Dotado tanto en los estudios como en el deporte, rápidamente se gana la amistad y el respeto de sus compañeros y se une a un grupo de cuatro amigos. Sin embargo, su vida da un giro trágico cuando es atacado por Judas, el perro del colegio, evento que resulta en su emasculación. Este suceso marca el inicio de una serie de cambios devastadores en la percepción que los demás tienen de él, así como en su propia autoimagen.
A medida que Cuéllar lucha por reafirmar su virilidad y adaptarse a su nueva realidad, el relato se sumerge en las reacciones de su entorno: la vergüenza y el desdén disfrazados de piedad, y la imposición de un cruel apodo, "Pichulita". Los intentos de Cuéllar por sobreponerse a su condición y las expectativas sociales culminan en expresiones de violencia y desesperación, subrayando la brutalidad de una sociedad que margina a quien no cumple con sus normas implícitas.
Los amigos de Cuéllar, por otro lado, continúan sus vidas dentro de los límites aceptables de la sociedad burguesa, casándose y perpetuando el ciclo de la clase alta limeña, mientras que él queda aislado y estigmatizado. A través de esta narrativa, Vargas Llosa no solo presenta una crítica a la rigidez de las normas sociales y de género, sino que también explora la destrucción interna y externa causada por estas presiones.
En resumen, "Los cachorros" es una obra incisiva y emotiva que desentraña las consecuencias de la masculinidad tóxica y el elitismo, invitando a la reflexión sobre la compasión y la aceptación en una sociedad que a menudo valora la apariencia sobre la humanidad. Con un estilo narrativo que es tanto directo como simbólico, Vargas Llosa captura la trágica ironía de la vida de Cuéllar, ofreciendo un microcosmos de una sociedad en conflicto con sus propios valores.