En "Los cautivos", Julio Ramón Ribeyro sumerge al lector en la experiencia de un hombre desplazado y desconectado en una ciudad alemana industrial. El protagonista, cuyo nombre nunca se revela, se encuentra viviendo en una pensión de transición en las afueras de Francfort, un lugar habitado por vendedores y propagandistas eficientes y circunspectos que contrastan agudamente con su propia languidez e inseguridad. Rodeado de chimeneas, tranvías y una población laboriosa, se siente como un "camello extraviado en el continente polar", incapaz de encajar en el bullicio y la funcionalidad que lo rodea.
El motivo de su estancia en Alemania es un encargo de un amigo desde el otro lado del Atlántico: investigar los últimos procedimientos en la impresión a cuatro colores, un tema que le resulta completamente indiferente. Aunque realiza este trabajo de manera desganada, husmeando ocasionalmente en establecimientos y escuchando explicaciones técnicas en alemán con resignación, su verdadero refugio son los largos paseos que toma por la ciudad, buscando algo de consuelo en su aislamiento.
Al principio, el centro de Francfort lo atrae con su vibrante actividad, pero pronto se siente alienado por la presencia omnipresente de soldados norteamericanos y su cultura tan diferente y dominante. Esto lo lleva a refugiarse aún más en su barrio industrial, aunque las fábricas y la maquinaria le provocan una profunda ansiedad y preguntas existenciales sobre su propósito y diseño.
"Los cautivos" es una exploración de la soledad, la alienación y la búsqueda de identidad en un mundo que parece avanzar con una eficiencia que el protagonista no logra comprender ni adoptar. Ribeyro utiliza el entorno industrial y la desconexión cultural como metáforas de la barrera invisible que separa al protagonista de aquellos a su alrededor, capturando la esencia de un espíritu que se siente perpetuamente extranjero y atrapado en una vida que no reconoce como propia.