En la obra dramática "Los comuneros", escrita por Ana Diosdado y estrenada en 1974 en el Teatro María Guerrero, se narra un momento crítico de la historia de España a través de los ojos de un envejecido Carlos I de España y V de Alemania. Mientras se encuentra en las últimas horas de su vida, postrado y reflexivo, Carlos I revive los tumultuosos eventos de la revuelta de las Comunidades de Castilla, un movimiento que estuvo a punto de cambiar el curso de la historia española.
La trama se desarrolla con el emperador recordando y dialogando consigo mismo sobre las decisiones que tomó hace más de cuatro décadas, cuestionando la justicia de sus actos, especialmente la ejecución de los líderes comuneros Juan de Padilla, Juan Bravo y Pedro Maldonado. Estos personajes son presentados no solo como figuras históricas, sino como emblemas de la resistencia y el deseo de autonomía frente a un poder que se percibía distante y ajeno.
A través de diálogos intensos y escenas que alternan entre el pasado y el presente de la narrativa, Diosdado explora no solo la política y la guerra, sino también las emociones y las motivaciones humanas que subyacen a estos grandes eventos. La obra también da voz a otros personajes significativos como María Pacheco, Juana la Loca y Fray Bartolomé de Carranza, quienes enriquecen la narrativa con sus perspectivas y vivencias personales, mostrando la complejidad del tejido social y político de la época.
"Los comuneros" no solo es un recuento de un levantamiento histórico, sino también una reflexión sobre el poder, la responsabilidad y el legado. A través de su estructura teatral y su poderoso texto, Ana Diosdado invita al espectador a cuestionar la historia y a reflexionar sobre las luchas de poder que, aunque distantes, resuenan con dilemas contemporáneos.
Esta obra se mantiene como un ejemplo destacado del teatro histórico español, que combina con habilidad la fidelidad histórica con el análisis crítico y la profundidad emocional. "Los comuneros" es, sin duda, un espejo dramático en el que se reflejan tanto las virtudes como los errores de quienes están al mando, ofreciendo lecciones que trascienden el tiempo y el lugar de su origen.